En una de las finales más dramáticas, después de 108 años de espera, superando un déficit de tres triunfos contra uno y jugando turnos extras, los Cachorros de Chicago conquistaron al fin la Serie Mundial al derrotar 8-7 a los Indios de Cleveland en el séptimo y definitivo juego, la noche del miércoles.

Fue una contienda duramente disputada, con momentos emotivos, grandes batazos, trabajo profundo de los lanzadores, con relevos de angustias, espectaculares atrapadas y costosos errores. El tope resultó muy parejo, tanto que necesitó un séptimo duelo, un décimo episodio y una corta espera por lluvia, además de cosas interesantes que merecen una revisión.

Los mánagers de los dos equipos están considerados entre los mejores del momento. Terry Francona ya había llevado a los Medias Rojas de Boston a romper una sequía de 86 años y Joe Maddon –que tuvo mayores aciertos– pudo construir un exitoso grupo de jóvenes que pueden iniciar una dinastía.

Publicidad

Existe una máxima en el béisbol, que a la larga se cumple: el equipo que maneja mejor sus abridores, con sus relevos de manera acertada y a tiempo, está más cerca de la victoria. La pregunta está en el ambiente. ¿Fue buena la decisión de los Cachorros al llamar a Jon Lester y su receptor exclusivo David Ross cuando ganaban 5-1?

Un solo mal lanzamiento de Lester, que no pudo ser bloqueado, provocó que los Indios anotaran dos carreras, acortando distancias para ponerse 5-3. ¿Se le dio mucho trabajo al cubano Aroldis Chapman, de Chicago? Es lo que se está comentando. Es que Chapman, quien tiene la virtud de lanzar arriba de las 100 millas por hora (160 km por hora), solo está acostumbrado a sacar dos y tres outs en el último episodio para preservar una muy apretada ventaja.

En el penúltimo juego se lo llamó cuando faltaban por conseguir ocho duros outs. Lanzó cerca de tres innings. Un esfuerzo no acostumbrado, pero Chapman logró asegurar el triunfo que mantuvo con vida a los Cachorros. Cuando se hace un relevo tan largo el pitcher se necesita más tiempo de recuperación.

Publicidad

Esta teoría se comprobó cuando volvieron a llamar a Chapman para el séptimo partido, en el que solo ocho de sus 35 tiros alcanzaron la velocidad habitual. Fue evidente su baja, tanto que Rajai Davis lo irrespetó con un tremendo cuadrangular que provocó empate 6-6 y el delirio en Cleveland.

La igualdad obligó a jugar turno extra y Chicago debió sobreponerse ese duro impacto. Ahí apareció la figura de Ben Zobrist, quien disparó doblete que sirvió para romper empate y lograr una ventaja que luego se amplió con otra carrera impulsado por sencillo de Miguel Montero que al final fue de la diferencia, porque los Indios acortaron y dejaron en circulación el posible nuevo empate y el de la victoria en el plato. Un jonrón cambiaba la historia y estaríamos hablando y escribiendo otra cosa. Coco Crisp, la última esperanza de los Indios, sacó rodado por el tercer cojín, la pelota recogida por Kris Bryant para asistir a la inicial a Antony Rizzo; fue el último out para asegurar el trofeo de campeones tras 108 años.

Publicidad

Los Cachorros fueron siempre los favoritos, desde que se inició la pretemporada y luego lo confirmaron en la campaña regular, en la que llegaron a ganar 103 encuentros.

En los playoffs dejaron en el camino a poderosos conjuntos como los Gigantes de San Francisco y los fuertes Dodgers de Los Ángeles. Estuvieron al borde de ser derrotados cuando estaban abajo un juego contra tres con los Indios, pero resurgieron para ganar tres partidos consecutivos, los dos últimos de visita y totalizar 114 triunfos. Son razones suficientes para ganar una dramática Series Mundiales, intensa como la que obtuvieron los Marlines con hit de oro del colombiano Édgar Rentería en 1997. ¡Salud, campeones! (O)

En un séptimo juego de una dramática Serie Mundial Chicago, que estuvo a un partido de ser vencido por Cleveland, resurgió con tres victorias seguidas. Se coronó luego de más de un siglo.