Con cuánto deleite habrán visto los enemigos de los símbolos guayaquileños la demolición del coliseo Abel Jiménez Parra, noticia publicada en las páginas de este Diario. La antigua estructura mostraba las heridas que las máquinas provocaban en un campo deportivo que fue, hasta hace pocos días, el único escenario federativo que albergaba el básquet porteño.

El coliseo Voltaire Paladines solo abre sus puertas para la presentación de artistas de la farándula internacional, por lo que no nos extrañaría que Fedeguayas cambie su destino y lo transforme en discoteca para solaz del ‘pueblo’. Nos gustaría plantear una adivinanza: ¿Cuándo fue la última vez que el Voltaire Paladines se usó para un espectáculo deportivo oficial organizado por la Federación?

El 10 de septiembre anterior se jugó en el coliseo hoy destrozado el último partido de la I Liga Provincial de Básquet, un intento de la empresa ESV y el dirigente Enrique Segura por levantar ese ‘Lázaro’ que es el deporte de la canasta, que un día nos llenó de orgullo.

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La final de Liga debió disputarse en el coliseo del colegio San José La Salle, pues la Federación Deportiva del Guayas y el Gobierno nacional ya habían decretado la defunción del Abel Jiménez. En una extraña decisión Fedeguayas, en un sainete denominado asamblea provincial, resolvió pasar de propietaria de tres escenarios deportivos (el estadio Ramón Unamuno, el gimnasio César Salazar y el coliseo Abel Jiménez) a simple administradora de un estadio en el norte de la ciudad.

Indudablemente un atentado contra el patrimonio institucional y contra la práctica del deporte que está obligada a fomentar. Esta decisión tendrá que ser revisada en el futuro y quienes votaron en perjuicio de los bienes federativos deberán ser cuestionados legal y moralmente. Vendrán tiempos mejores cuando la ley que estatizó el deporte sea derogada y los verdaderos dirigentes vuelvan a manejar la actividad deportiva.

El básquet en Guayaquil se introdujo en 1924 durante la presidencia de ese prócer del deporte que fue Manuel Seminario Sáenz de Tejada, tal como lo contaremos en un libro biográfico de este personaje que aparecerá en breve.

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Don Manuel, para tecnificar el deporte nuestro, decidió crear, en aquel 1924, los llamados entonces Subcomités en cada rama. El del básquet surgía por primera vez y al frente de él fue nombrado un gran deportista: Carlos Noboa Cooke. Seminario le encargó traducir los reglamentos y buscar jugadores. Noboa cumplió eficientemente los dos encargos.

Tradujo e hizo imprimir las reglas del básquet para que sean entregadas a los clubes y reclutó practicantes entre sus amigos que habían estudiado y jugado básquet colegial en Estados Unidos, entre ellos Clodoveo Alcívar, Enrique y Emilio Valdez, Guillermo Gallardo Córdova, John Sorg y Pedro Pablo Baquerizo, y entre noveles cultores como Fernando López Lara, Alejandro Aubert, Nicolás Parducci, Gonzalo Freile, Atahualpa Chávez, Pedro Ampuero, Egberto García y otros jóvenes. Fueron ellos los que ganaron la medalla de oro en los Juegos Nacionales de Riobamba, en 1926.

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Desde ese año, y por cinco décadas, Guayaquil se impuso en los campeonatos nacionales creados en 1938. Grandes figuras pasaron por las canchas de todo el país. No bastaría una columna para nombrarlos, pero algunos de ellos son imprescindibles en cualquier historia: Juvenal Sáenz, Víctor Caballito Zevallos, Pepe Capobianco, Rubén Barreiro, Severo Sandiford, Christian Mona Bjarner, Carlos Ruiz, Miguel Cuchivive Castillo, Gonzalo Aparicio, Pablo Sandiford, Herminio García, Alfredo Arroyave, Fortunato Muñoz, Víctor Andrade, Justo Cuto Morán, Alfonso Quiñónez y muchos más. Fue esta última generación la que llevó a Ecuador al Mundial de Básquet en Argentina, en 1950, en el que vencieron a España y Yugoslavia.

Las noches del básquet en el coliseo Huancavilca, en los años 50, eran de lleno completo y colas para adquirir entradas. Fueron famosos los duelos entre clubes que hicieron la tradición basquetera: Ferroviarios, Athletic, LDE, Emelec, Oriente. Fue en el viejo coliseo de la calle Chimborazo donde surgió la nueva hornada que mantuvo la supremacía basquetera guayaquileña: Carlos Valle, Pablo Cabanilla, William Phillips, Pepe Carbo, Luis Carrera, Pancho Rodríguez, Juan Sala, Luis Landívar, Jorge Chato Mejía, Nicolás Lapentti, Rafael Bolita Mejía, José Villacreces, Eduardo Alcívar, Omar Quintana y una pléyade de excelentes jugadores.

Uno de los más destacados de esa hornada legendaria fue Abel Jiménez Parra. De gran talla y excepcionales condiciones lo conocí en 1961, cuando jugaba en Liga Deportiva Universitaria de Guayaquil, entonces presidida por Alberto Bayas Rivera. Esta entidad basaba su mediano poderío en la capacidad del espigado pívot, quien, al fin de esa temporada, pidió al club universitario su pase a la LDE, el equipo casi imbatible en la canasta porteña. Bayas entendió sus razones y le concedió gratuitamente la transferencia.

Apareció en el club elegolé en 1962 y fue parte del equipo que logró el tetracampeonato provincial entre 1960 y 1963. Fue también seleccionado de Guayas y se coronó campeón en el torneo celebrado en Esmeraldas. En 1963 fue por primera vez seleccionado nacional al campeonato sudamericano de Lima. En ese mismo año Guayas fue otra vez monarca nacional en el torneo de Manabí, con Abel Jiménez como una de sus estrellas. En 1964 y 1965 se rompió la racha de cuatro títulos de LDE, que consiguió el subtítulo, precedida por el campeón Athletic. En 1965 volvió a campeonar en una racha inigualada: cinco coronas al hilo entre 1966 y 1970. En todas ellas tuvo una actuación formidable Abel Jiménez. Inolvidable fue su actuación en el Sudamericano de Clubes Campeones, celebrado en Guayaquil en 1969, en el que LDE fue vicecampeón. Con Jiménez compartieron méritos Carlos Valle, Luis Briones, Juan Sala, Jorge y Lucho Mejía, Enrique Zevallos, Nicolás Lapentti, Jorge Niemes y Omar Quintana.

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Durante doce años fue una de las cumbres del básquet criollo. Integró las selecciones de Guayas y las nacionales a Bolivarianos y sudamericanos. En 1972 aceptó ser presidente del Comité de Básquet de Fedeguayas, la misma entidad que firmó el acta de defunción del coliseo que llevaba su nombre. Fue exitoso dirigente hasta que un infortunado accidente le segó la vida en plena madurez.

Habrá un nuevo coliseo con el mismo nombre en Los Samanes, dice la propaganda oficial. Fedeguayas ya no será propietaria sino administradora, pero en el interior de la Federación alguien se relame y ya piensa en el precio que pondrá para que los deportistas vayan a entrenar. Lo más probable es que gane poco el básquet y el favorecido sea el atletismo. Esto por lo que tendrán que trotar los basquetbolistas para llegar desde el centro a Los Samanes. (O)

Habrá un nuevo coliseo con el nombre Abel Jiménez en Los Samanes. En Fedeguayas alguien se relame y ya piensa en el precio que pondrá para que los deportistas vayan a entrenar.