Falta la final, desde luego, y el cotejo definitorio suele variar calificaciones. Un jugador que marca dos goles, un arquero que tapa tres penales y se convierte en héroe, un volante que venía regular pero cumple una actuación descollante para darle el título a su equipo… O al revés, un destacado en los partidos anteriores que decepciona en el más importante de los 32 juegos que componen esta Copa América. Además, la final determina la última imagen, la de la posteridad. Retrocedamos a la Copa anterior, en Santiago: Alexis Sánchez hizo un torneo discreto, pero ejecutó el último penal frente a Argentina, la picó, burló a Sergio Romero y quedó como una figura central de la conquista chilena.

También debe jugarse el tercer puesto entre Colombia y Estados Unidos, aunque nada de lo que allí suceda tendrá el peso suficiente para alterar una valoración sobre lo acontecido en esta Copa. Ese partido siempre es poco más que un amistoso. De tal modo, hemos confeccionado un once ideal que tal vez el mañana a la noche sufra alguna modificación.

Conformamos un equipo con solo tres defensas, pues no hubo un lateral izquierdo que llenara las expectativas. Por marca, pero sobre todo por su manejo, que le da salida limpia, Filipe Luis había sobresalido en Brasil; sin embargo, la Verdeamarilla quedó eliminada en primera fase (ganándole apenas a Haití) y eso lo saca de concurso. Otro pudo ser Rolf Feltscher, de Venezuela, quien cumplió eficazmente su tarea, aunque es un jugador bastante tosco. De tal modo que llegamos a este once: David Ospina (Colombia); Gabriel Mercado (Argentina), Gary Medel (Chile) y Arturo Mina (Ecuador); Éver Banega (Argentina), Marcelo Díaz (Chile), Arturo Vidal (Chile) y Alejandro Guerra (Venezuela); Lionel Messi (Argentina), Eduardo Vargas (Chile) y Alexis Sánchez (Chile). Cinco chilenos, tres argentinos, un colombiano, un ecuatoriano y un venezolano.

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David Ospina. Indiscutible. No hay cómo saber hasta dónde hubiese llegado Colombia sin él en el Mundial de Brasil y en estas últimas dos copas América. Pero su influencia en todos los partidos es altísima. Milagrero, de gran presencia física y anímica, es de esos casos raros, como el chileno Eduardo Vargas, más de selección que de club. Fenomenal de alto, salvador constante del arco colombiano. Le sacó a Óscar Romero, de Paraguay, un cabezazo al ángulo con una reacción propia de Superman. Luego fue esencial para eliminar a Perú y avanzar a semis.

Gabriel Mercado. No luce por su dominio de balón. Es normal en eso. Lo suyo es fuerza, temperamento, tenacidad, marca y también enérgica proyección ofensiva. Lleva 9 partidos en la Selección y parece haber estado toda la vida. Fue una garantía total en su lateral.

Gary Medel. Increíble que un futbolista de 1 metro y 71 centímetros pueda ser tal zaguerazo. De arriba se arregla saltando en el momento justo, de abajo es impasable por su sentido del anticipo (los grandes centrales de la historia fueron anticipadores), su excelente ubicación y la intuición para adivinar por dónde saldrá la pelota. Y a eso lo reviste con fibra, con personalidad de caudillo. Es notable cómo transmite confianza. Nos gustaría verlo fallar alguna vez… para ver cómo es.

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Arturo Mina. Viene descollando en la Copa Libertadores; ahora lo hizo en Ecuador. Gustavo Quinteros le dio un partido de prueba, no sale nunca más. Física y anímicamente excepcional, notable sentido de la marca, determinación al estirar la pierna o la cabeza y salvar una situación. Y un fantástico poder de concentración: nunca está distraído. No es elegante, es heroico. Por él no quedó afuera Ecuador. Todos sus partidos fueron buenos.

Éver Banega. Rosarino, tiene la ciudad en el estilo, lleva la pelota atada, sabe todo ella, se tratan de tú. Está más lúcido en las decisiones que debe tomar en las distintas situaciones del juego. Perdió años como volante de contención siendo un dominador excelso. Verlo trasladar la pelota es una delicia. Muy importante en la campaña de Argentina.

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Marcelo Díaz. Un sabio del fútbol. Lo hemos descrito y alabado muchas veces. Distribuidor perfecto del juego, manejador experto de los tiempos. Estando él detrás, Vidal, Sánchez, Vargas, todos juegan liberados. Marca y organiza. No se desordena.

Arturo Vidal. Fenómeno. De ser un peleón que se quería topar con todos, pasó a ser este volante notable que marca, juega, hace goles, asiste, toca… Como Messi, va incorporando cosas permanentemente a su repertorio. ¡Qué bien hizo Sampaoli en no sancionarlo el año pasado cuando chocó con su Ferrari…! Un jugador noble que saca la cara siempre por sus compañeros en la cancha, jugándose todo.

Alejandro Guerra. Hasta que se reanude, el mejor jugador de la actual Libertadores con Atlético Nacional. En esta Copa lo refrendó con actuaciones notables en Venezuela. Una genialidad suya clasificó a la Vinotinto y eliminó a Uruguay. Pero, además, clase con la pelota, carácter, excelente remate, movilidad, velocidad, chispa…

Lionel Messi. ¡Qué agregar de este genio de todos los tiempos…! Por mucho que se han empeñado decenas de millones en Latinoamérica diciendo que “en su Selección no hace nada”, en su Selección hace todo. Distinto es que no haya ganado un título. El fútbol es un juego de once. No depende solo de él. Y ahora es el jugador total: armador-asistidor-goleador. Llegó lesionado a la Copa, pero apenas se recuperó, deslumbró: 5 goles y 5 asistencias. Y el tiro libre ante Estados Unidos ya está en un cofre dorado.

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Eduardo Vargas. Goleador notable. Toca la pelota y va adentro. Había asomado al reconocimiento en la Copa Sudamericana 2011 con 11 anotaciones, una cifra elevadísima para un torneo corto. Caso extraño: deambuló sin suerte por muchos clubes (salvo en la ‘U’ de Chile), pero se pone la Roja de la selección y es infalible con la red. Emboca de todos lados. ¿Las razones? es un jugador técnico, rapidito, vivaz en el área, movedizo, de buen dominio de balón y con precioso remate. Marcó 6 goles. Ya en la Copa anterior fue artillero con 4 junto a Paolo Guerrero.

Alexis Sánchez. Como Vidal, está en una fase luminosa de su carrera. Velocísimo, habilísimo, engancha, frena, amaga, gambetea, produce un desequilibrio constante. Impredecible. Le hizo bien irse del Barcelona, donde se lo veía apagado, apocado. Si tuviera la precisión de remate de Vargas, triplicaría su cuota de gol. Brilló ante Colombia y México. Dos goles a Panamá y uno a México. (O)

También debe jugarse el tercer puesto entre Colombia y EE.UU., aunque nada de lo que allí suceda tendrá el peso suficiente para alterar una valoración sobre lo acontecido en esta Copa.