El mejor partido de la Copa América hasta hoy: Colombia 2-Paraguay 1. Por los tres goles (bellos), por el ritmo infernal, por esta renovada Colombia, por la indesmentible garra de Paraguay, que arremetió con el poncho y casi empata… Por James Rodríguez, por Óscar Romero, notable “10” guaraní que lamentablemente vio la roja y no estará frente a Estados Unidos. Por el vértigo del ida y vuelta. Por Pekerman y Ramón Díaz, que mandaron a sus tropas a la batalla sin remilgos… Bonito espectáculo.

Los 42.760 espectadores que pagaron boleto se fueron pipones. Colombia es el primer clasificado a cuartos de final y con seguridad ganará el Grupo A, con lo cual enfrentará al segundo del B, o sea Brasil, Ecuador o Perú.

A nadie le conviene medir a esta Colombia reflorecida, entusiasmada, solidaria, con fútbol, con lucha, con técnico…

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Dio un paso al frente, Colombia, y se anotó entre los aspirantes a la corona, que hasta ahora suman tres por lo visto en el arranque de la Copa: México, Argentina y el equipo de James, quien con su selección revive y deja atrás el novelón del Real Madrid (que lo quieren, que se va, que Zidane no lo tiene en cuenta, que anima la noche madrileña…).

José Pekerman atribuyó el quedo de los suyos en el segundo tiempo a cierta inexperiencia de varios jugadores nuevos. Sin embargo, Colombia tiene todos los atributos para aspirar al podio. Y a la punta del podio. Venció a Estados Unidos sin forzar la máquina; y cuando tuvo que hacerlo, ante Paraguay, el motor rindió a pleno. “Nosotros hicimos un gran primer tiempo, y Paraguay un gran segundo tiempo, tuvieron méritos los dos equipos”, declaró el gran entrenador de los cabellos blanquísimos. Coincidimos.

Colombia se adelantó rápido con un gol “made in” Paraguay: de cabeza y directo de córner. Centro espectacular de James al corazón del área y Carlos Bacca conectó a la red con furibundo y preciso cabezazo. Bacca ya ha dado muestras de su poder de goleo en Colombia, Bélgica, España e Italia. Destacar en cuatro países es obra de pocos. Veloz, de rápida acción frente al arco, nunca duda, buen disparo de cabeza y con el pie y va bien a los espacios, sabe explotar los vacíos. Finalmente ha logrado quedarse con el puesto que era de Falcao García y al que aspiraba Jackson Martínez.

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Luego vino el gol de James, que metió un zurdazo cruzado y rasante al segundo palo, su especialidad. Cuando un jugador le pega brillantemente a la pelota ya es bueno. Por eso solo. James Rodríguez lleva 16 goles en 43 internacionales con la mayor de Colombia. Excelente récord para un volante ofensivo que, además, recién en julio cumplirá 25 años. Tendrá selección hasta los 33, seguro va a ser el máximo anotador del país de Botero y García Márquez. “Para el Madrid es Clark Kent; para Colombia, Superman”, fue un tuit iluminado del colega Juan Pablo Varsky, comentarista de DirecTV. En efecto, James se transforma. Con la ropa de selección se siente querido, valorado, y ya sabemos lo que es la confianza en el fútbol. Un jugador que puede gambetear a dos, agrandado elude a cuatro.

Pero Colombia es más que James y Bacca. Es el sensacional David Ospina, el mejor arquero de la historia de su país. Es Zapata, un zaguerazo cumplidor; es Edwin Cardona, cada vez más evolucionado en su faceta de creador-distribuidor, además con un incansable ida y vuelta. Es Farid Díaz, un lateral impasable. Es un equipo que genera mística, el logro más extraordinario que cualquier club o selección pueden lograr. La mística hace que todos se comprometan, se sacrifiquen, se ayuden y logren sus objetivos.

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Colombia se renovó exitosamente. Y a tiempo. Si seguía con los que jugaron la anterior Copa América y el comienzo de la Eliminatoria, Pekerman la iba a pasar mal. “Si no saca cuatro puntos de seis, Pekerman se va”, aseguró un personaje del fútbol colombiano, antes de los juegos con Bolivia y Ecuador. Cambió jugadores y logró los seis. Y ahora recuperó los ahorros. Tiene mucho efectivo en la cuenta. En muchos países escuchamos el viejo reclamo de “hay que renovar”. Pero uno renueva si tiene con qué. Y Colombia produce buenos futbolistas. Si el que entra mejora al que está, adelante con la renovación. Si no, debe seguir el veterano. Sucede en Perú.

Enfrente estuvo el mejor Paraguay que vimos en mucho tiempo. Perdiendo 2-0 presionó con vergüenza, coraje y empuje. Y con diez hombres los últimos 14 minutos, la Albirroja metió por instantes a Colombia en su área, la arrinconó. Descontó con un misil de Víctor Ayala que no sacaban ni dos Ospinas juntos. Y buscó con afán el empate que no llegó. Hay un mérito de Ramón Díaz: cuando asumió, virtualmente no tenía jugadores. Hurgó por todos los rincones y ahora posee dos volantes creativos de enorme futuro: el mencionado Óscar Romero, de Racing, expulsado por fastidio al final, y Micky Almirón, un chico que ha sido enorme figura de Lanús en el flamante título argentino conseguido por el cuadro granate. Descubrió dos delanteros nuevos con aptitudes: Darío Lezcano y, sobre todo, Tony Sanabria, formado en el Barcelona de España, donde vive desde los 12 años con su madre. Y le dio titularidad en defensa a Gustavo Gómez, a quien pretenden Boca y el Valencia; posee todas las dotes del caudillo.

Termine en el puesto que termine, esta Copa América le viene de perlas a Paraguay. Retomará la Eliminatoria con un mejor equipo, jugadores más afianzados y con gran roce internacional.

En primer turno vimos Estados Unidos 4-Costa Rica 0, o la novela de cómo un equipo notablemente inferior en lo técnico golea al superior. EE.UU. fue un canto al optimismo, y a cada gol crecía su autoestima. Fue espléndido ver el entusiasmo desbordado, casi latino de los hinchas norteamericanos. El fútbol genera emociones únicas y ellos no son la excepción. Además, este juego es fácil de entender y sus reglas son simples. Cualquiera puede subirse a su tren de la alegría.

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El fútbol costarricense debería editar un libro que sería sensación: “Cómo dinamitar un proceso exitoso en dos años”. De aquel maravilloso equipo del Mundial 2014 no queda nada, aunque siguen los mismos jugadores.

Apenas vueltos a San José en medio de homenajes, echaron a empujones al técnico que había logrado la proeza: Jorge Luis Pinto. Solo hay que entrar en los medios ticos para pulsar la opinión de la gente: ahora lo están llorando. (O)