La relación entre los 61 combates profesionales que disputó Mohamed Ali y su enfermedad de Parkinson, diagnosticada cuando el campeón contaba con 42 años, no se pone este sábado en duda a ojos de los especialistas médicos.

“No podemos afirmar nada de forma concluyente, pero hay indicios fuertes”, estima para la AFP el doctor André Monroche, médico de la confederación de deportes de contacto y de artes marciales. “Sabemos que los golpes repetidos alteran las células nerviosas, sobre todo si se dan sobre un cerebro que no se ha sometido a un descanso”.

Más rotundo se muestra el doctor Jean-François Chermann. En un libro publicado en 2010, “KO, el expediente que trastorna”, este neurólogo del hospital parisino Leopold Bellan contaba que Mohamed Ali, “al término de sus entrenamientos se quitaba las protecciones y pedía a su esparring que le golpease en la cabeza para demostrar que era el más fuerte. Hay un vínculo entre su enfermedad y ese tipo de prácticas”, juzgó entonces.

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En 1984, cuando los médicos diagnosticaron la enfermedad de Parkinson al legendario campeón de los pesos pesados poco después de su retirada, el boxeo fue inevitablemente estigmatizado, llegando a achacársele la llamada “demencia pugilística”.

Treinta años más tarde, la epidemiología de los deportes de contacto permite ampliar el cuadro de enfermedades derivadas de ese deporte. Cerca del 30% de los boxeadores desarrollan tras su retirada problemas neurológicos, afirma el doctor Chermann.

“Cuántos más KO, más elevado es el riesgo. Los amateurs tampoco se libran. Ellos disputan más combates, son menos examinados y trabajan menos su defensa que los profesionales”, explica.

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Síndrome del segundo impacto

Pero el KO no es el más espectacular de los traumatismos. Es sólo la parte que sobresale del iceberg de las conmociones cerebrales, igualmente frecuentes en el rugby, pero también en el fútbol, el hockey sobre hielo, el esquí, el balonmano, el judo, la equitación, la gimnasia, etc.

“Es mucho menos espectacular que el boxeo, donde se ven los traumatismos en directo”, señala el doctor Monroche, “pero no es anodino. La repetición de traumatismo y de golpes le puede pasar también a un futbolista que juegue mucho de cabeza. En boxeo hay un árbitro, en otras disciplinas nadie puede intervenir”.

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La multiplicación de golpes altera en efecto la capa exterior de las células nerviosas, donde está la proteína tau, e impide así a la célula funcionar normalmente. Esta tautopatía es además uno de los principales marcadores de la enfermedad del parkinson.

En Francia, el rugby se tomó en serio esta problemática a mediados de los años 2000, y estableció en 2013 un seguimiento neurológico de los jugadores profesionales. En Estados Unidos, el fútbol americano y el hockey sobre hielo también reciben un seguimiento profundo.

Desde el final de la carrera de Mohamed Ali, las investigaciones se han centrado en los grupos más expuestos (mujeres, jóvenes), demostrando la absoluta necesidad de reposo durante cinco días tras un traumatismo encefálico para evitar el 'síndrome del segundo impacto', responsable de varias decenas de muertes de deportistas cada año.

Los avances científicos y el mayor seguimiento no aseguran la protección total de los boxeadores, pero sí al menos su concienciación. (D)

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