La grandeza de los deportistas solo es equiparable a la talla de sus rivales. Y de Sugar Ray Leonard, quien esta semana cumplió 60 años de edad, no solo se puede decir que tuvo grandes adversarios, como Thomas Hearns y Roberto Mano de Piedra Durán. Fue más que el mejor pugilista de la década de los 80, fue considerado el sucesor del legendario Mohamed Ali.

Pero no muchos saben que a Ray, nacido en Carolina del Norte el 17 de mayo de 1956, no le interesaba convertirse en un profesional de los cuadriláteros, a pesar de que siendo aún joven ya había ganado sus primeros tres títulos de los Guantes de Oro y logrado el éxito olímpico en peso ligero en Montreal 1976.

En su libro The Big Fight: My life in and out of the rings (La gran pelea: mi vida dentro y fuera de los cuadriláteros), Leonard relata que él quería estudiar Administración de Empresas y Comunicaciones en la Universidad de Maryland. Pero un inesperado infarto de su madre y una meningitis y tuberculosis que atacaron a su padre derrumbaron sus sueños e incursionó en el boxeo profesional para mantener a su familia, era el quinto de siete hermanos.

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A su madre le debe el nombre, quien decidió llamarlo Ray Charles en honor al genio invidente del blues y el soul, y sin saberlo marcó a su hijo, quien años más tarde se encargaría de encender eufóricamente a las multitudes, pero no por talento musical alguno, sino por la resistencia y la velocidad de la contundencia de sus golpes.

Incluido en el Salón de la Fama en 1996 y nombrado por The Ring Magazine y KO como el boxeador de la década de los 80, fue el primer peleador que acumuló 100 millones de dólares en ganancias, al cautivar la televisión y la atención del público, pero en su debut profesional, el 5 de febrero de 1977, tuvo que conformarse con una casi propina de 40.000 dólares.

La pelea del siglo

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El enfrentamiento que lo hizo famoso fue el que sostuvo contra el espigado Tommy Hearns. Leonard derrotó al Hitman el 16 de septiembre de 1981 en el Ceasar’s Palace de Las Vegas, en una pelea legendaria que unificó las coronas del peso wélter. Su victoria seis años después en los pesos medios sobre Marvin Hagler le deparó una fama similar.

Pero de sus peleas más fantásticas, es imposible olvidar los dos episodios contra Durán, donde primero cayó en la lona para después hacer que el conocido panameño terminara dando por perdido la pelea.

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En 1982, cuando se preparaba para enfrentarse a Aaron Pryor, descubrió el desprendimiento de la retina del ojo izquierdo, lo que precipitaba su retiro y de paso una operación inmediata para sanar el daño. Pero no supo dejarlo. Ya estaba enganchado con el deporte que le había hecho alcanzar la fama. Y millones de dólares.

Al igual que Ali, Ray terminó su carrera con una derrota. El 1 de marzo de 1997 fue superado por el puertorriqueño Héctor Macho Camacho con el único KO que recibió en su vida. A sus 40 años, su cuarto regreso al pujilato fue también el último.

Pero su récord no es menor, ganó 36 peleas (25 por la vía del nocaut) perdió apenas 3 (dos de ellas en sus años de retiro) y apenas una vez conoció el empate. (D)