La semana se fue llevándose dos sensaciones. Una de la Libertadores, otra de la Champions. La primera, que Nacional de Medellín es a la fecha el más nítido candidato al título. Marcha arrolladora, puntaje y juego ideal, 11 goles, valla invicta. Y no son los números apenas los que avalan sus pretensiones sino el colectivo y las individualidades del equipo de Reinaldo Rueda.

El 4-0 a Peñarol en el Centenario fue de esos que proyectan un favoritismo. Peñarol semejaba un sparring de pretemporada, aunque cabe la cautela: los clubes uruguayos no son la vara más alta del mercado. En mayo, cuando lleguen los cruces mano a mano, se tendrá una mayor certeza, pues en instancias altas argentinos y brasileños suelen crecer. Hoy, ninguno de los 31 clubes restantes está al nivel de Atlético Nacional.

La segunda es el sorteo de la Champions. Había como un pálpito o certeza mundial de que al Real Madrid le tocaría el Wolfsburgo, el menos mentado de los ocho finalistas. El presagio se hizo puntual realidad. Eterna y curiosamente le toca el rival menos poderoso en cada sorteo. Un Apoel por aquí, un Copenhague más allá, un Malmoe a la derecha y así se va avanzando… Acaso un Galatasaray, un Schalke… Se reflotó la leyenda de las bolas frías y las bolas calientes. “No se conoce en la historia del fútbol un equipo con más suerte que el Real Madrid”, dice en tono sarcástico el periodista español David Sánchez, del madrileño diario Marca. La Champions podría ser el único puerto que salve a ese Titanic.

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Pero entramos en zona de Eliminatoria. Después de cuatro meses y monedas vuelve esa fuerza centrífuga que mezcla emociones y agita países. Retorna con un choque siempre apasionante, tan cargado de historia como es Brasil-Uruguay. La reaparición, a casi dos años del Mundial, del fenomenal Luis Suárez le agrega un condimento especial. Se va a querer devorar la cancha el Pistolero. Enfrentará a su compañero de tridente, Neymar. La Celeste acusará la baja de tres defensas titulares: Godín, Giménez y Cáceres. “Las lesiones también juegan la Eliminatoria”, escribimos en octubre del año anterior, antes de comenzar la carrera a Rusia. Se está dando y ahora lo padece Uruguay.

El 8 de marzo el maestro Tabárez cumplió 10 años conduciendo a la Selección uruguaya. Ya había tenido un paso anterior (1988-90). Si logra llevar a la Celeste a otro Mundial serán 4 clasificaciones, un récord excepcional. No obstante, esta última etapa ha sido especialmente fructífera: dos Eliminatorias exitosas, cuarto en un Mundial, campeón de América 2011. Muy meritorio para un país de 3 millones 200 mil habitantes. Y lo más importante: ese proceso revivió al fútbol oriental, que parecía hundido de manera irremediable. Tabárez lo devolvió al reconocimiento internacional. Es indudable, tuvo la fortuna de contar con una generación notable; él supo hallarla y manejarla con sabiduría.

La otra atracción es Chile-Argentina, una suerte de desquite de la final de América 2015. El interés se centra en ver cómo será la Roja de Pizzi, la Roja sin Sampaoli. Si sentirá el cambio y afloja en la tabla. Ese es un resquicio por el que aspiran a meterse los de abajo. Hay una tensión latente en Chile: se conoció que el plantel seleccionado recibió 8 millones de dólares por ganar la Copa América. Y tiene firmado un pago de premios con la dirigencia anterior (del insólito Sergio Jadue) por $18,4 millones, si consigue el pasaje a Rusia 2018. Una cifra estratosférica que los nuevos dirigentes se han comprometido a respetar, so pena de entrar en conflicto con los jugadores. No es poética la relación y lo deportivo puede verse afectado.

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Argentina, que padeció una terrible racha con 9 lesionados, tendrá a casi todos a disposición. Lo relevante es que Messi hará su presentación en esta Eliminatoria. Y aunque se intente instalar lo contrario, Messi es siempre la figura de la cancha cuando juega Argentina, marcando, asistiendo y haciendo jugar al equipo. Igual va a ser contra Chile y Bolivia. El problema es el motor, los frenos, las gomas, el chasís, nunca es Messi.

La noticia de la doble jornada es la nómina de Colombia. Que abre paso a otra Colombia. Se le pedía un recambio a Pekerman, sangre nueva. Y ha mostrado reacción, rigor. No se puede insistir con quienes no ofrecen una solución. Y la solución es ya. Otro reflejo del DT fue convocar cuatro elementos de Atlético Nacional. No puede darle la espalda al torneo local y a la realidad: Nacional es, en este momento, el mejor equipo de la Libertadores (ergo, del continente). La doble jornada develará si los cambios en Colombia se traducen en el césped. Tendrá enfrente a una Bolivia cuyo principal foco de tensión es su técnico Julio Baldivieso, que viene con un promedio de una pelea mensual con sus dirigidos. Y a un Ecuador sin Miler Bolaños. Pekerman necesita cuatro puntos para serenar ánimos y calmar ansias. Porque, a diferencia de la Eliminatoria anterior, ahora tiene dos frentes: el interno y los contrarios.

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“Bolivia es una incógnita”, dice el colega Rafael Sempértegui, del diario La Razón, de La Paz. “No tiene jugadores de jerarquía y además está distraída en las polémicas constantes del entrenador con los jugadores. De preparación se habla poco. A Colombia en casa se le podría ganar si está en un mal día, con Argentina allá es una utopía”.

Perú está obligado a sumar, de mínima, 3 de 6, si no quedará relegado. El partido para hacerlo, sin dudas, es el primero, en el Nacional ante Venezuela. No será fácil, como nada lo es. La Vinotinto quiere resurgir también y lleva a Lima a dos jóvenes que son la revelación en España, Juanpi Añor, del Málaga, y Adalberto Peñaranda, del Granada.

Ecuador, como Emelec en la Libertadores, deberá medir a Paraguay y Colombia sin Bolaños. Son jugadores sin reemplazo, aunque la Tricolor tiene cómo disimular su ausencia sin angustias. El tema pasa porque Gustavo Quinteros logre mantener la mentalidad ganadora en su equipo, evitar la relajación por el excepcional arranque. Enfrentará a un Paraguay que empieza a renovarse con buenos elementos (Óscar Romero, Derlis González, Tony Sanabria, Juan Manuel Iturbe) y a una Colombia muy urgida de puntos. Uno puede estar más soliviantado que otros, pero los nervios son para los diez igual. (O)

El 8 de marzo Tabárez cumplió 10 años conduciendo a Uruguay. Ya había tenido un paso anterior (1988-90). Si logra llevar a la Celeste a otro Mundial serán 4 clasificaciones, un récord.