La alemana Angelique Kerber, séptima en el mundo, dio ayer la gran sorpresa al derrotar a la estadounidense Serena Williams, líder mundial, por 6-4, 3-6 y 6-4, y lograr el Abierto de Australia en una final para el recuerdo, en Melbourne.

Kerber impidió que Serena igualara el récord de Steffi Graf de 22 Grand Slam, y además se convirtió en la primera alemana en ganar uno de los grandes desde que la propia Graf ganara en Roland Garros en 1999.

“Mi sueño se ha hecho realidad. Soy campeona de Grand Slam. Toda mi vida he trabajado duro y ahora estoy aquí ¡Es increíble!”, comentó Kerber.

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“Estoy muy contenta por ella. Ha esperado mucho. Pienso que hice todo lo que pude”, señaló Serena, de 34 años.

En un espectacular partido que duró 2 horas y 8 minutos, Kerber supo templar los nervios en su primera final de un grande ante una Serena a la que de nuevo le traicionó la presión, cuatro meses después de caer en las semifinales del US Open ante la italiana Roberta Vinci.

Atenazada, Serena empezó cediendo el saque y no logró levantarse en la primera manga. Reaccionó en la segunda con una buena ración de sus ganadores (sumó 47, por 45 errores no forzados), pero Kerber no se dio por vencida.

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'Piel de gallina'
Lejos de impresionarse por la Rod Laver Arena, Kerber, de 28 años, fue un prodigio de equilibrio. Solo cometió 13 errores no forzados en todo el partido por 25 golpes ganadores.

La tercera manga fue un espectáculo. Kerber logró una rotura nada más al comenzar y se situó 5-3. Parecía que empezaba a flaquear, pero se levantó exhibiendo una gran capacidad defensiva en larguísimos intercambios para imponerse rompiendo otra vez el servicio a la leyenda del tenis, que deportivamente aceptó su derrota.

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Con este triunfo, Kerber, que rompió a llorar apenas selló el inesperado triunfo, ascenderá al segundo puesto. “Tenía la piel de gallina aquí en la pista central cuando estaba jugando. Serena es una gran campeona y me ha inspirado mucho en los últimos meses”, contó. (D)