El exvicepresidente de la FIFA Jack Warner enfrentará una prueba decisiva el viernes cuando la justicia trinitense podría decidir si da luz verde para que avance su proceso de extradición a Estados Unidos o lo deja libre.

Se prevé que el magistrado suplente Mark Wellington resuelva ese día la legalidad de la autorización que dio el lunes el fiscal general, Faris Al Rawi, para que se tramite el pedido de la justicia estadounidense, que acusa a Warner, de 72 años, de corrupción y blanqueo de dinero.

Alegando que el fiscal excedió en cinco días el plazo para firmar dicha documentación, que finalizaba el 16 de septiembre, los abogados de Warner solicitaron al juez dejar en libertad a su cliente, así como tiempo para estudiar los papeles firmados por Al Rawi.

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Si el juez desecha el argumento de la defensa, el paso siguiente sería fijar la fecha de la audiencia en que se definiría la extradición del poderoso dirigente deportivo caído en desgracia, según fuentes cercanas al caso.

El abogado del Estado, James Lewis, consideró que esa etapa podría comenzar en noviembre, aunque la defensa anticipó la posibilidad de solicitar una revisión judicial para que la Alta Corte determine si se violaron los derechos legales del exmandamás del fútbol trinitario.

Pero si Wellington le da la razón a los abogados, el exjerarca de la FIFA podría conseguir que se le levante la detención preventiva, lo que obligaría a Estados Unidos a solicitar nuevamente su arresto.

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La extradición del expresidente de la Confederación de América del Norte, Central y el Caribe de Fútbol (Concacaf) fue solicitada el pasado 23 de julio por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que lo acusa junto a otras 13 personas de un amplio esquema de corrupción en la FIFA que se prolongó durante décadas.

Según los fiscales estadounidenses, la Concacaf recibió un pago de 10 millones de dólares de dirigentes del fútbol de Sudáfrica, el cual pudo estar ligado con el apoyo de Warner a la candidatura de ese país para el Mundial de 2010.

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El veterano político, quien se encuentra en libertad en su país tras pagar una fianza de unos 400.000 dólares, se autoproclama como un "perseguido" del gobierno de la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, de quien fue un antiguo aliado, lo que imposibilita, según él, un juicio justo.

Y no se cansa de repetir que las acusaciones de Estados Unidos en su contra tienen motivaciones políticas, al sugerir que ese país está tratando de vengarse porque perdió frente a Catar en la votación para organizar la Copa del Mundo de 2022.

Como si el escándalo de la FIFA fuera poco, Warner también sufrió recientemente el rechazo abrumador de la ciudadanía en las urnas, donde buscaba alargar su carrera como legislador, luego de lo cual anunció su retiro de la política local.

De todos modos, el tiempo podría ser un aliado para el dirigente ante la justicia de su país, donde algunos recuerdan el caso de dos hombres de negocios cuya extradición busca Estados Unidos desde hace más de 12 años.

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El jueves pasado, la justicia suiza autorizó la extradición a Estados Unidos de otro exvicepresidente de la FIFA, el uruguayo Eugenio Figueredo, quien había sido detenido en Zúrich en mayo pasado como parte de la investigación por presunta corrupción en el organismo mundial del fútbol.

La justicia neoyorquina imputó a 14 personas en total en el escándalo de corrupción: nueve miembros de la FIFA, todos de Sudamérica o América Central, y cinco hombres de negocios del sector del marketing deportivo. (I)