“Perdona el Madrid, machaca el Barça”, encabezó con acierto y poder de síntesis Marca.com. Debajo, a modo de remate, otro titular: “El clásico lo decidió Suárez”. Lo grueso está dicho ahí. Estaba para dar el golpe y recuperar el liderato el cuadro blanco, con juego y personalidad; una por centímetros, otra por Claudio Bravo, le faltó el gol del desnivel (vaya detalle) que hasta el minuto 55 merecía incuestionablemente. Ahí devino el baldazo helado de Luis Suárez, que aprovechó un envío largo de Dani Alves y facturó. Gol de crack, de goleador, de oportunista. Su primera vez ante el Madrid significó esta victoria con olor a Liga. Ese martillazo que fue su 2 a 1 aplacó definitivamente al Madrid e hizo crecer al Barcelona, que al final, de contra pudo aumentar a tres, a cuatro.

El mundo no se paralizó en vano. Vio mucho fútbol, se bañó de emociones, vibró, estuvo en vilo hasta el minuto 93. Barcelona y Real Madrid honraron su mandato de grandeza y entregaron a la platea global un bello espectáculo, un duelo al que nunca le falta la épica, el roce, la polémica, el factor sorpresa, la bronca.

El Barça se cobra desquite de la fea derrota del Bernabéu (1-3) y saca una luz en lo alto de la tabla; cuatro puntos que le dan autoridad y confianza, pero que no le permiten el mínimo resbalón, porque lo corre una jauría.

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¡Cómo es el fútbol...! Manteniendo la ‘BBC’ que tanto se le critica, y con apenas tres volantes, Carlo Ancelotti planteó un partido en el que fue superior gran parte del tiempo. Lo ayudó, claro, el notable trabajo de Marcelo, que además de marcar bien a Lionel Messi se transformó en un volante más. Y fue decisivo con sus subidas, apoyando al medio, desequilibrando en ataque.

Después de un comienzo discreto y de estar abajo en el marcador, el Madrid manejó el partido con solvencia en el medio y con un Karim Benzemá iluminado le complicó la existencia a un Barça atribulado, que encontró bastante temprano un gol por un canal inesperado. Tiro libre desde la izquierda, Messi la “depositó” en la cabeza de Jeremy Mathieu y el francés, de pique al suelo, como indican los manuales, la cruzó al segundo palo. Anticipó a dos centrales expertos en vía aérea como Sergio Ramos y Pepe.

Nadie está exento de los goles de centro. Se puede marcar, pero son imposibles de anular. Para José Mourinho, para Carlo Ancelotti y para todos los técnicos del mundo. Nadie puede neutralizar totalmente la acción del adversario.

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En lugar de tranquilizar al local, el gol motivó al visitante, impulsado por un lúcido Luka Modric, un excelente Benzemá, un peligroso Cristiano Ronaldo y un veloz Gareth Bale. Y el empuje mencionado de Marcelo. Ya Ronaldo había dado un aviso con un tiro en el travesaño. Luego lo concretó tras una contra de Modric en la que Benzemá metió un taco delicioso y dejó al portugués de cara al gol. Lo notable es que la acción nació de un gol perdido por Neymar, que ya parece un caso de diván. Marcelo, Bale, Ronaldo estuvieron a milímetros del segundo... Pero el segundo lo hizo Suárez. Tremendo golazo. Aprovechó extraordinariamente la nada. Picó al vacío, hizo un control de bola excepcional y definió de media vuelta, cruzado, anulando en una sola maniobra la cobertura de Pepe y la defensa de Iker Casillas. Era el delantero que el Barça necesitaba desde hace tres años. Tardó en darse cuenta, pero ya está, ya lo tiene. Y ahí ve los primeros resultados, gana un clásico clave.

Nueve meses después de aquella tarde negra frente a Italia en la que el mundo literalmente se le cayó encima, Suárez puede dar fe de que el fútbol nunca da la espalda definitivamente. La brutal sanción no le cortó las garras al uruguayo.

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El gol le bajó los ánimos al Madrid; también los bríos. Ya Claudio Bravo respiró más tranquilo el resto de la tarde, aunque en el minuto 78 volvió a mostrar que es un arquero de excepción volando abajo para impedir el empate ante un tiro de Kroos desviado en Gerard Piqué.

El fútbol le debe a Bravo un reconocimiento grande, hace 12 años está en un nivel fantástico; y volveremos a comprobarlo en la Copa América. El Barça ha recibido en Liga apenas 17 goles en 28 partidos (0,60). Muy pocos. Enorme porción de mérito es del golero chileno, que ha salvado una decena de partidos.

Sobre los 60 minutos comenzó a aparecer Messi menos de puntero y más de centrocampista, a encontrar espacios y ahí el azulgrana hilvanó seis contras que pudieron ser goles, todas. Casillas y la mala tarde de Neymar (es para un análisis más profundo; tiene algunas cosas de héroe y muchas de villano) dejaron finalmente la chapa 2-1.

“El Madrid te lleva al límite”, reconoció Javier Mascherano al final de la contienda. ¡Gran verdad...! ¡Qué dignidad puso el cuadro blanco...! ¡Cuánto juego! A fuer de honestos, nos gustó más el Madrid, aun perdiendo, que el Barça. Si mantiene este juego es firme candidato de nuevo a la Champions y, por qué no, a esta Liga. Le quedan diez fechas al torneo español; el Barça debe salir a Sevilla y a Madrid (se mide con el Atleti en la penúltima) y recibir a un entonadísimo Valencia que no está tan lejos y viene al galope, hasta podría darle caza.

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Treinta puntos por delante, puede dejar algunos en el camino el once catalán. Aunque este Barça tiene menos instinto suicida que versiones anteriores (Martino, Roura, Vilanova). Enarbola la posesión, pero no quiere morir solo en el toquecito, como le pasó en los últimos dos años; lastima aun siendo dominado; pega de contra. Y ahora tiene un delantero de esos que ganan partidos por sí solos, aprovechando una bola larga, un rebote, una dividida. “El fútbol es todo, no solo posesión”, enfatizó Mascherano. Seguro: es marca, es entrega, es saber sacar un contraataque cuando se da. Se notó que es un Barça que quiere aprender de sus errores y ser campeón de nuevo. No se regaló. No se inmoló con el toque intrascendente, cuando perdió la pelota y no pudo jugar, trató de luchar.

El juez Mateu Lahoz sacó 9 amarillas. Fue criticado por ello. Excelente arbitraje. No tiene miedo a sacar tarjetas a quien las merece. Y pone a todos en guardia. El jugador amonestado se cuida, el que no, sigue pegando. El reglamento da las herramientas, hay que utilizarlas. El encuentro lo manejó él, no Pepe ni Sergio Ramos. (O)

Luis Suárez puede dar fe de que el fútbol nunca da la espalda definitivamente. La brutal sanción no le cortó las garras al uruguayo.