Aquella tarde del 21 de septiembre del 2003, Roger Federer se encerró en una pequeña habitación en las catacumbas del Rod Laver Arena de Melbourne y lloró como nunca nadie lo había visto ni volvería a ver llorar. Once años, dos meses y dos días después, la Copa Davis también hace llorar a Federer, pero esta vez de felicidad.

El Federer de 22 años que dejó pasar una ventaja de dos sets a cero y 5-3 en semifinales ante Lleyton Hewitt venía de ganar Wimbledon dos meses antes y tenía toda una gran carrera por delante.

El Federer de 33 años que brilló el domingo en Lille para ganar por primera vez la Davis tiene una gran carrera por detrás, pero bastante por delante aún, abonado como parece estar al éxito infinito.

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"Este fin de semana fue una prueba extra de su genialidad", escribió hoy el sueco Mats Wilander, exnúmero uno del mundo y tres veces campeón de la Davis, en L'Equipe.

Federer es un enorme tenista y, también, un hombre de suerte. Que Suiza se llevara la final ante Francia fue, antes que nada, mérito de un Stanislas Wawrinka que ganó el primer punto ante Jo-Wilfried Tsonga y llevó el peso del partido en el dobles.

Pavimentado el camino, Federer dejó ya de temer una recaída de su lesión de espalda -milagrosamente curada en cuestión de días, aunque nunca se supo exactamente qué tuvo ni cuán grave fue- y se lució ante Richard Gasquet, reemplazante de un lesionado Tsonga y uno de los rivales que menos problemas le han creado en su historia.

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"Creo que Roger jugó su mejor partido ante mí", analizó tras la derrota Gasquet, un hombre que cayó 13 de las 15 veces que se midió al suizo. Gasquet es capaz de jugar puntos fabulosos, pero Federer suele serlo a lo largo de todo un encuentro. El domingo volvió a demostrarlo.

El suizo ganó 72 partidos a lo largo del 2014, más que ningún otro jugador. También jugó más finales que ningún otro de sus rivales -11-, luchó por el número uno hasta la semana final de la temporada y confía en arrebatárselo al serbio Novak Djokovic en el primer tramo del 2015.

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Wilander, que dijo a dpa en septiembre que ve a Federer jugando "cuatro o cinco años más", está asombrado por la capacidad de mejorar que tiene un jugador que ganó todo lo que el tenis ofrece, excepto el oro olímpico en individuales, y es además padre de cuatro hijos.

"Veo claramente la influencia de Stefan Edberg en su juego de red", destacó el sueco. La volea de derecha, mucho más sólida, y la decisión de no jugar puntos largos, sino de resolverlos adelante, son otros aportes del entrenador part-time que Federer contrató hace un año.

En el mismo día en que Rafael Nadal presenta en Mallorca una academia que lleva su nombre, Federer vivirá en su país una jornada de festejos. No hay constancia de que el español -cuatro veces campeón de la Davis- haya felicitado al suizo, pero de lo que no hay dudas es de que ambos se miran de reojo, muy atentos a lo que hace el otro.

En el 2015, una vez más, la lucha por ganar en los cuatro grandes torneos tendrá trasfondo de una pretensión aún mayor, la de imponerse al otro en la carrera por ser el más exitoso de la historia. Sin la Davis ni el oro olímpico en individuales, Federer estaba en desventaja ante Nadal. Ahora tiene la Davis, y en Río 2016, la última oportunidad.

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