Mientras veía el partido de la Copa Sudamericana contra Libertad, la noche del miércoles pasado, pensaba: ¡A Barcelona le falta un volante más!, ¡debe fortalecer la banda izquierda!, ¡no tiene posesión!, entre otras cosas. Pero la realidad es que, cuando se permite tirar centros con tanta facilidad, cuando se cabecea mal, o le cabecean a la zaga con limpieza en el área, cuando se pierden todos los balones divididos, no importa mucho el esquema o cualquier estructura táctica que se plantee como entrenador.

El primer tanto de Libertad surge porque Geovanny Nazareno se tira al piso ante un choque en mitad de cancha, fingiendo una lesión, y permite cobrar rápido a los paraguayos. De esa jugada se genera un tiro de esquina, Michael Jackson deja meter el centro con displicencia, Álex Bolaños no cabecea una pelota que pasa por su cabeza y ahí se produce el rebote y el gol de Rodrigo López a los 7 minutos.

De la segunda anotación paraguaya, la de Jorge González, hay que comentar solo que se originó de otro centro por el lado derecho y el que le baja la pelota al rival es Quiñónez, por temor, no por falta de calidad.

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En el fútbol todo es consecuencia de algo. Los goles de Libertad se dieron por falta de intensidad y de actitudes displicentes en Barcelona. Por eso pregunto: ¿Nos falta carácter? Es decir, carácter para sostener la pelota cuando hay que hacerlo, no perder en el uno contra uno, rechazar con firmeza de cabeza cuando hay que hacerlo, saber manejar el partido y el resultado.

Existió falta de intensidad y de agresividad bien entendida (agresividad futbolística no significa violencia) y Barcelona pasó muy fácil de ser un equipo frío a golpear. Los paraguayos pegan mucho, son agresivos, peleones, ensucian el partido, aparte juegan bien. Libertad es un buen equipo ¿Acaso no lo sabíamos?

Contra estos conjuntos no hay que quejarse, hay que jugar mejor, manejar los tiempos del partido, ser intensos. Quejarse puede funcionar en nuestro campeonato interno, donde creo que muchas veces se permiten y se aceptan actitudes antideportivas, se corta mucho el juego, no se cuida el espectáculo. La gente va a ver fútbol, no va a ver a jugadores tirarse al piso, a fingir golpes inexistentes, a hacer tiempo de forma exagerada. Cuando competimos a nivel internacional nos acordamos, o nos damos cuenta, de que este es un juego de carácter, de temperamento. ¿No será que nos quejamos mucho?

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Queremos que el aficionado vaya a los estadios, pero pienso que el balompié hace rato dejó de ser solo un deporte o solo un negocio. ¡El fútbol también es un espectáculo! Y nuestro espectáculo, en el campeonato ecuatoriano, no es bueno. Estoy seguro de que el público no quiere ir a ver a nuestros futbolistas lanzarse al piso, simular lesiones, engañar, mentir, cortar el juego y creer que esto es normal ¡Así no es el fútbol!

Los aficionados, hinchas, periodistas debemos alentar el buen juego, no el engaño. En el fútbol nuestro nos escudamos en la mediocridad de la famosa frase “¡Así es el fútbol!”. No señores, así no es este deporte, así es la mediocridad en el fútbol. Cambiemos internamente y de seguro seremos más competitivos y mejores internacionalmente.

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En capacidad física no tenemos problemas, en calidad técnica cada vez estamos mejor, en conocimientos tácticos aún tenemos ingenuidades. Debemos trabajar todos internamente en estos aspectos, no vivir incurriendo en la sapada, en las mentiras, en los engaños y escudarnos diciendo: “¡Así es el fútbol!”.