Fanático de San Lorenzo desde que acompañaba a su padre al estadio Viejo Gasómetro en la década del 40, Jorge Mario Bergoglio deberá seguir los partidos más importantes de la historia del club de sus amores a miles de kilómetros de distancia y en un rol impensado cuando era niño (tiene 77 años).

La exigente agenda del Vaticano y la diferencia horaria posiblemente no permitan al argentino Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia, ver por TV el choque de mañana en Asunción entre San Lorenzo y Nacional de Paraguay por la final de ida de la Copa Libertadores de América.

Pero pese a la distancia, Francisco sigue siendo una referencia omnipresente para hinchas, jugadores y directivos en un club que vive una verdadera revolución. Y ya sea por milagro divino, impulso emocional o pura casualidad, lo cierto es que su llegada al Vaticano en marzo del 2013 coincide con un periodo de éxitos futbolísticos sin precedentes en el club.

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Hace dos años, San Lorenzo luchaba por evitar el descenso, pero hoy el panorama muestra un giro radical. Primero llegó en diciembre del 2013 el título del torneo argentino, que parte del plantel y la directiva celebraron visitando a Francisco en Roma. Y ahora la primera final de la Libertadores, título que la institución siempre anheló y que nunca ha conseguir.

“Una vez Francisco me dijo que le gustaría ver jugar a San Lorenzo una final de la Libertadores y yo le dije que seguramente él lo vería. Hoy se concreta”, confesó Marcelo Tinelli, el conductor televisivo y actual vicepresidente del club.

El ascenso de Francisco también brindó a San Lorenzo una incomparable posibilidad de promoción. “Quiero la camiseta que usa el papa”, pidió el serbio Novak Djokovic, número uno del tenis, en la visita que realizó a fines del 2013 a Argentina. No le interesaba la de Boca Juniors que le entregaba el alcalde de la ciudad, Mauricio Macri.

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Y si bien su nuevo rol institucional apenas le deja tiempo para ver fútbol, el encargado de ceremonial del Vaticano, Guillermo Karcher, ya dejó en claro el lugar que ocupa San Lorenzo en la vida de Francisco: “Es lo único que conmueve al papa”.