Por Alfredo Relaño

Mourinho maneja varios registros, uno de ellos es el que vimos anoche (martes), que quizá sea su favorito: la táctica del murciélago, todos colgados del horizontal. También se puede definir como ‘estacionar el autobús en el área chica’.

De jugar, ni pensarlo. Patada a todo lo que se mueva y el balón que no toque el suelo. Torres arriba, solitario, por si le llegaba algún balón. Una tortura que nadie merece. De su soledad consiguió sacar dos jugadas interesantes, una casi al final, que acabó en un tiro libre de David Luiz que hizo contener la respiración a todo el estadio. Pero se marchó alto. El fútbol a veces es perverso, pero no tanto.

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El Atlético, claro, cargó con el peso del partido. En el primer tiempo, falto de otros recursos, no hizo más que enviar balones a la olla, a Raúl García o probar tiros de fuera. En el segundo, con Arda y sin Terry, que se retiró lesionado (como Cech en la primera parte) fue otra cosa. El Atlético ligó jugadas, llegó, sacó algunos remates.

No muchos, pero sí algunos. El esfuerzo mereció al menos un 1-0, pero fue 0-0, que no es cosa buena ni del todo mala, sobre todo si se piensa en las bajas que va a tener el Chelsea en la vuelta, entre tarjetas y lesiones.

Cien minutos duró el partido. Cien minutos de pelotazos al autobús.

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*Director del diario AS, DE MADRID