Por: Otón Chávez | ochavez@parquedelapaz.com

A veces hay milagros en el fútbol. Si Flamengo empata con León, llegan cada uno a 8 unidades; pero si Emelec le gana al Bolívar, completaría 9 puntos y chao. Clasificados.

No vamos a discutir a los azules en el campeonato ecuatoriano, donde comandan merecidamente la tabla de posiciones y, además, son candidatos al título, pero por jugar la Copa Libertadores, donde es colista del Grupo 7, tiene quemados a sus futbolistas, por el cansancio que implica el doble trajín se cargan de lesiones y suspensiones.

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Hasta donde me funciona la memoria pasan por las listas de lesionados, o suspendidos por expulsión Gabriel Achillier, Pedro Quiñónez, Fernando Gaibor, Marcos Mondaini, Luis Escalada, Osbaldo Lastra, Ángel Mena, Marcos Caicedo, Miler Bolaños, Cristian Nasuti, Denis Stracqualursi, John Narváez y Fernando Giménez. Expulsaron en México, ante León, al técnico Gustavo Quinteros, y en Quito también vio la cartulina roja. Solo faltan, en la lista del cansancio, la barra Boca del Pozo y la directiva. Claro, estos criterios suenan como atenuantes, pero en cuanto a jugadores es la pura realidad.

Respecto a los duelos en el certamen local todos los rivales hacen el más denodado esfuerzo por derrotar a los eléctricos porque son líderes y la prensa destaca su buena técnica, pero ¿qué pasó ante Flamengo? Sencillo. A raíz del penal anotado por los cariocas, Emelec tuvo que luchar al máximo en continua rotación de ataque y los brasileños, fuertes y seguros, jugaron a la defensiva.

Llegó el tanto del transitorio empate eléctrico y Flamengo muy pocas veces atacó, hasta que se produjo el segundo gol visitante en un contragolpe de lo más fluido, cuando hasta la defensa azul se había unido con la ofensiva porque se jugaban descuentos. Y se perdió. ¿Qué pasa hora? Silencio, misterio, soledad, completa calma.

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Veamos. Si respiro con mi espíritu deportivo pienso que en el próximo viaje a la capital boliviana, Emelec tiene que luchar y tratar de ganar al Bolívar, pero si asistimos a nuestra razón es una misión casi imposible. Hay que trepar a 3.600 metros de altura. Bueno, los equipos costeños están menos que más a subir y bajar los Andes, pero es que el campeón boliviano es un buen cuadro.

Aquí, en Guayaquil, Emelec le ganó el primer juego bien peleado y luchado; luego el Bolívar empató con León, en casa; igualó con Flamengo en el Maracaná y luego le ganó en La Paz, para finalmente, en virtualmente un solo ataque, doblegó al León en México para llegar a 8 puntos. Ahora bien, a veces hay milagros en el fútbol. Si Flamengo, de local, empata con el León azteca en Río de Janeiro llegan cada uno a 8 unidades; pero si los azules le ganan al Bolívar en el Hernando Siles, completarían 9 puntos y chao. Clasificados. Entonces hay que rezar y que no hayan lesionados ni suspendidos.

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La Copa Libertadores prestigia, paga por cada etapa que se juega y es un aliciente para equipos y jugadores. Y mientras más se avanza en el torneo más dinero se gana y eso es bueno para las finanzas. Y repito, se incrementa el prestigio. Pero hay que tener un buen plantel por la cantidad de juegos en los que se incluyen los del campeonato nacional. Buenos y fuertes equipos tienen un exitoso final. Que lo digan Barcelona, que llegó a dos subtítulos, y Liga (Q), que logró el máximo trofeo.

También hay que recordar que la Copa Libertadores se creó en el 24º Congreso de la Confederación Sudamericana de Fútbol en 1959, donde se la planificó, reglamentó y sugirieron fechas para los juegos inaugurales en febrero de 1960, que comenzó solo con los campeones de cada país. En 1961 Ecuador debutó con el ingreso de Barcelona al torneo; Emelec lo hizo en 1962 y recién para la edición de 1966 se incorporan los vicecampeones. La Libertadores que se está jugando en este año es la versión número 54. Pero eso ya es otro tema.

Solo faltan, en la lista del cansancio de Emelec, la Boca del Pozo y la directiva. La Copa prestigia y es buena para las finanzas, pero se necesita buen plantel.