Por: Otón Chávez | ochavez@parquedelapaz.com

Al parecer, Máximo Banguera desconoce el sentido de lo que significa el fair play y deberían explicárselo. No se puede perder la cabeza por un resultado en contra. Y menos un jugador de la Tri.

El arquero de cualquier equipo de fútbol es el único jugador que puede agarrar con sus manos una pelota que esté en juego, pero en el espacio delimitado dentro de lo que se denomina 18 yardas.

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Fuera de esta demarcación el guardameta puede jugar con los pies y dentro de las 18 yardas tiene una zona rayada, pequeña, donde él es el único futbolista que no puede ser tocado por un atacante adversario. Eso para decirlo en forma sencilla.

Si el portero pasa la mayor parte del tiempo sin tocar la pelota, excepto las veces que el equipo atacante logre disparar a la valla que custodia, sus intervenciones son muy espaciadas y goza de mucha seguridad que le otorga su propio desempeño. Además, él mismo es custodiado por sus llamados defensores.

Siendo tan particular y excepcional la función dentro del campo, los arqueros son los que mayormente usan elementos distintos al resto de compañeros, como por ejemplo gorras, guantes o rodilleras. Las gorras normalmente comenzaron su uso para protegerse del sol, pero ahora por detalles propios de cada guardián de los tres palos las usan hasta por las noches y para publicidad. Lo de los guantes es cuestión de estilos; actualmente los usan todos, pero antiguamente no eran frecuentes. Las rodilleras también son cuestión de gustos y acomodos.

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En los años que he visto porteros, especialmente de los equipos guayaquileños, hay una lista muy larga de por lo menos unos 30 nacionales que yo recuerdo, como Félix Tarzán Torres, Cipriano Yulee, Agustín Ferrero en Emelec; Francisco Hermenegildo del 9 de Octubre; Caimán Muñoz del antiguo Norteamérica; Valverde y Arosemena, del también viejo Panamá. Además, Alfredo Carrillo, ambateño; y Napoleón Medina Fabre en la selección ecuatoriana.

En Barcelona recuerdo a Jorge Delgado Guzmán, estupendo guardavallas cuya mejor jugada fue haber traído al mundo al gran campeón de natación, que es un orgullo de Guayaquil y Ecuador: Jorge Delgado Panchana. También al inolvidable y corajudo Pablo Ansaldo, y más recientes José Francisco Cevallos y Carlos Luis Morales. Por el antiguo Everest todavía recuerdo a dos sensacionales Hugo Suicida Mejía y Carlos Sotomayor.

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Conste que no he nombrado a ningún extranjero, pero sí destaco al nacionalizado y excelente Eduardo Ñato García. También debo señalar que Alfredo Bonnard fue considerado uno de los mejores arqueros de Sudamérica en la Copa América que se jugó en Lima en 1953. En fin, que los he visto, los he visto. Y a cada uno de ellos en su momento. Algunos tenían diferencias de vestimentas respecto a sus compañeros; algunos jugaban con las medias caídas, otros el calcetín entre la rodilla y el talón y otros hasta casi la ingle, de tal forma que siempre los arqueros daban ocasiones para hablar, comentar, chismear, y aplaudir sus brillantes intervenciones o caerles a palo limpio cuando fallaban.

De los últimos arqueros que actualmente compiten en el campeonato se destacan, sin lugar a dudas –y merecen estar con la Selección– Máximo Banguera de Barcelona y Alexander Domínguez de Liga de Quito.

Veamos un poquito a Máximo Banguera. Repito, es un excelente arquero, muy cuidadoso en su vestimenta, pulcro con su gorrita, pero este magnífico portero ha cometido contra dos jugadores de Emelec faltas que desdicen de su propia calidad porque se trata de agresiones físicas, directas y sin motivos. Nadie en la historia local ha cometido la insensatez de las dos agresiones del guardameta amarillo. Una carta que me envía el doctor Xavier García Orellana nos recuerda la agresión de Banguera al término del partido del año pasado a Pedro Quiñónez. Y ahora, añade García, agrede intencionalmente a Fernando Giménez, acompañando sus palabras con copias fotográficas del ataque, como también el torso del agredido con señales físicas del golpe de la patada.

Es necesario que Banguera sea aconsejado para que no cometa ese tipo de tontas infracciones porque no es culpable de los goles que recibió en los dos últimos clásicos a los que me refiero. Sus rivales no tienen la culpa de querer y poder meter goles, son cuestiones netamente circunstanciales.

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Al parecer Banguera desconoce el sentido de lo que significa el fair play y deberían explicárselo. No se puede perder la cabeza por un resultado en contra. Y menos un jugador de la Selección.

Es necesario que Banguera sea aconsejado para que no cometa tontas infracciones porque no es culpable de los goles recibidos en los dos clásicos perdidos.