Por: Ricardo Vasconcellos R. | rvasco42@hotmail.com

El 4 de diciembre de 1954 se jugó el tercer Clásico del año. Ese día nació el duelo entre José Vicente Balseca y Luciano Macías, el más famoso de la historia.

El Clásico del Astillero del 20 de julio de 1954 tuvo un ingrediente singular: la aparición en estos encuentros de Galo Solís, uno de los forjadores de la idolatría de Barcelona, con la divisa eléctrica. Los seguidores de la blusa amarilla no le perdonaron la ‘traición’ de Papa Chola. Ese encuentro es uno de los más brillantes que se recuerden.

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Barcelona alineó con Pablo Ansaldo, juvenil arquero que se había ganado la titularidad el 16 de junio frente a los ingleses de Charlton Athletic; Miguel Esteves, Carlos Pibe Sánchez y Luis Niño Jurado; Carlos Alume y César Solórzano; Camilo Andrade, Enrique Pajarito Cantos (José Pelusa Vargas), Sigifredo Chuchuca, Isidro Matute y Simón Cañarte.

Emelec formó con Vásquez; Jaime Ubilla, Eladio Leiss y Alfredo Morán; Galo Solís y Bolívar Herrera; Carlos Romero, Júpiter Miranda, Humberto Suárez Rizzo, reemplazado luego por Ricardo Chinche Rivero –ambos improvisados centrodelanteros–, Mariano Larraz y Eduardo Bomba Atómica Guzmán. Barcelona dominó los primeros 15 minutos, pero Emelec salió del asedio.

A los 20 minutos rechazó Jurado, Guzmán tomó el balón y envió un bombazo de fuera del área para vencer a Ansaldo. Fue uno de los disparos más potentes que se recuerden en la historia del viejo estadio Capwell. A los 30 minutos, Cantos cedió a Matute, quien avanzó corto trecho y devolvió a Pajarito, cuyo tiro se estrelló en el cuerpo de Leiss. Simón Cañarte, quien rondaba el área, empalmó un cañonazo que no tuvo nada que envidiar al de Guzmán, para emparejar la pizarra.

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La segunda etapa ganó en movilidad y calidad. A los 3 minutos, Camilo Andrade vio que Chuchuca entraba a velocidad y le puso un ‘banquete’. Leiss, desesperado, tomó del pantalón al Cholo y lo desvistió. El árbitro señaló el penal y Matute puso el 2-1. El juego se tornó emocionante. Vásquez, Solís y Herrera destacaban en Emelec. En Barcelona brillaban Solórzano, Alume y Ansaldo, quien sacó del ángulo un tiro de Guzmán que se colaba en su puerta. A los 70 minutos, Solís puso un balón a Romero, quien alargó para Miranda. Desde la zurda Júpiter puso otro taponazo con efecto que, ayudado por el viento, burló a Ansaldo para marcar el empate. Hubo júbilo en el sector azul y plomo de las graderías, pero el marcador no subió y señaló el final para un gran empate.

El 4 de diciembre de 1954 se jugó el tercer Clásico de esa temporada. Barcelona alineó a Ansaldo; Esteves, Sánchez y Macías; Vargas (Mario Zambrano) y Bolívar Sánchez (Alume); Rodríguez, Cantos, Chalo Salcedo, Simón Cañarte y Clímaco Cañarte. Emelec se presentó con Vásquez; Ubilla, Eladio Leiss y Raúl Argüello; Herrera y Rivero; Balseca, Miranda, Raffo, Mariano Larraz y Guzmán (Carlos Romero). “Fue una fogosa contienda”, dijo Diario EL UNIVERSO al siguiente día. A los 2 minutos, un rechazo de la zaga fue aprovechado por Simón Cañarte quien, con violento disparo, puso el primer tanto de los toreros.

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Pero hubo un hecho trascendente: ese día nació el duelo entre José Vicente Balseca y Luciano Macías, el más famoso de la historia. Los sistemas actuales impiden que haya aquellos mano a mano que tanta emoción produjeron. Cuando faltaban 10 minutos, Larraz se escurrió de la marca de Alume y puso el empate. Había desconcierto en las filas de Barcelona. Pero eso no fue todo. A 7 minutos del final, el temible Carlos Alberto Raffo dio un vuelco sensacional al partido cuando en un centro se adelantó a Pablo Ansaldo y con certero cabezazo puso el 2-1. Emelec vencía así en un gran clásico.

El 31 de julio de 1955 se produjo uno de los más apasionante choques. Formaron por Barcelona Ansaldo (Jorge Delgado); Jurado, Sánchez y Macías; Vargas (Zambrano) y Alume; Salcedo, Cantos, Chuchuca, Simón Cañarte y Clímaco Cañarte. En Emelec alinearon Cipriano Yulee; Ubilla, Arguello y Rivero; Solís y Herrera; Balseca, Mariano Larraz, Raffo, Jorge Larraz ( Guzmán) y Júpiter Miranda. A los 2 minutos Jorge Larraz anotó la apertura. A los 8 minutos cobró Clímaco un tiro de esquina y Salcedo, con espectacular remate, empató el partido. Siete minutos un balonazo de Mariano Larraz sobró la barrera para que Júpiter ponga el 2-1. Poco después la ofensiva torera provocó dos tiros de esquina seguidos. En el último, Clímaco cobró hacia el área y el esférico superó a Yulee. Salcedo entró como una exhalación y con el pecho introdujo el cuero en las mallas para colocar el empate. Entró a tallar entonces la figura de Chuchuca.

A los 37 minutos Simón Cañarte recibió de Cantos y retrasó el balón para el Cholo que con soberbio disparo puso por primera vez en ventaja a Barcelona. Júpiter Miranda colocó el empate a los 40 minutos. Al finalizar la primera etapa los 22 jugadores fueron despedidos con una ovación por el público que repletaba las graderías del Capwell. Apenas ordenado el reinicio del juego Simón Cañarte habílitó al Cholo que con soberbio disparo puso en ventaja a Barcelona 4-3. A los 80 minutos Cantos habilitó a Clímaco y este a su hermano Simón. El gran artillero empalmó un misil para poner el 5-3.

El público de pie, batiendo palmas, despidió a los actores que habían protagonizado uno de los Clásicos que más se recuerdan en los anales del fútbol porteño.

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Tras el Clásico del 31 de julio de 1955, ganado 5-3 por Barcelona, los protagonistas de ambos equipos fueron despedidos con una ovación y aplausos.