A lo largo de sus 90 años de vida Fausto Montalván ha atesorado los más entrañables y hermosos recuerdos que le dejó el fútbol, deporte que lo convirtió en símbolo de Barcelona y en legendario capitán del club.

Hoy, cuando celebra su onomástico, Montalván, o la Pava, como le decían, comparte anécdotas y el orgullo eterno, como su capitanía, de haber sido parte del equipo que forjó la idolatría torera. “Nací en Vinces, en 1923, pero a los 17 años vine a estudiar al colegio Vicente Rocafuerte. Allí me vieron jugar directivos del Panamá y me llevaron a las juveniles”. Así se inicia su historia deportiva.

Después vistió de amarillo. “Yo llegué a Barcelona en 1944, luego del servicio militar. Pasamos de Panamá un grupo de jugadores, casi todos, a los que se sumaron (Sigifredo Agapito) Chuchuca, de El Oro, y Guido Andrade, de Milagro; y durante 5 o 6 años fuimos invencibles, claro que a veces también perdíamos con Emelec. Esos eran los partidos más importantes; también con Norteamérica, Patria y Everest. Pero la idolatría de Barcelona comenzó cuando le ganamos a Millonarios de Bogotá”, cuenta el exvolante.

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Ese triunfo 3-2 en 1949 sobre uno de los mejores equipos del mundo en ese momento, liderado por Alfredo Di Stéfano, es considerado por Montalván uno de sus mejores capítulos.

Pero él guarda más recuerdos inolvidables: “En esa época, los jugadores nos dedicábamos a practicar fútbol a conciencia; por ejemplo, luego de entrenar no nos íbamos, seguíamos perfeccionando los tiros libres, de esquina, al arco. Entrenábamos en el Capwell y La Atarazana”.

Por eso mantiene intactos en su memoria los nombres de los once jugadores que conformaron ese grupo unido. “Enrique el Ñato Romo, en el arco; en la defensa Juan Benítez y Carlos el Pibe Sánchez; en la media, José Vargas y Galo Solís, y estaba yo de volante derecho; en la delantera José Jiménez, Enrique Cantos, Jorge Rodríguez, José Vargas y Guido Andrade. Esa era la alineación titular de Barcelona de mucho tiempo, aún la tengo en la mente”.

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Montalván disfrutó la gloria en Barcelona hasta 1952; en esa década tomó el camino de entrenador. “Luego (de estar en el cuadro torero) fui al Patria, y allí en 1958 el equipo quedó campeón (provincial); yo era el técnico”.

Sin embargo, su disciplina no la forjó como DT, sino desde antes. Recuerda que como capitán canario le tocaba ‘encausar’ a sus compañeros. “Para afrontar algunos partidos, como los Clásicos, dormíamos temprano una semana antes. Pero había uno o dos a los que les gustaba farrear, entre esos Cantos, el Pájaro, pero allí estaba el técnico que los buscaba, y yo como capitán lo ayudaba a cuidar a los jugadores, averiguar dónde estaban. Ellos solían ir a un lugar que le decían La Mamita, cuando decía vamos donde La Mamita, uno creía que era a la casa”, revela con una sonrisa.

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Montalván se mantiene activo, camina a diario para conservar su forma física. Vive con el mismo espíritu de lucha que tenía cuando lucía la banda de capitán de los toreros.

 

1950
CAMPEÓN DE GUAYAS

Fausto Montalván fue capitán de Barcelona cuando ganó el último título de la era amateur. Fue capitán torero hasta 1952. En 1953 pasó al Patria, donde colgó los botines en 1956.

30
BISNIETOS

Casado con Graciela Morla (+) Fausto Montalván procreó cinco hijos: Fausto, Roberto, Mauricio, Glenda y Lorena. Ellos le dieron 27 nietos. Su última bisnieta tiene 3 meses de edad.

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Martes y viernes juego voleibol con uno de mis hijos en el Club Nacional, del cual soy socio jubilado. Allí hay una cancha sintética que lleva mi nombre”.