EFE
MONTEVIDEO.- Procedente de una larga estirpe flamenca se subió a las tablas casi al nacer y con 30 años es un artista codiciado en todo el mundo, pero en ocasiones aún siente que le queda mucho por aprender, dijo el bailaor español Farruquito en mitad de una exitosa gira por Sudamérica.

“A veces sigo sintiendo que no tenga absolutamente ni idea de esto, que soy un recién nacido, siento que se puede mejorar cada día si verdaderamente tienes la humildad y el conocimiento de saber que esto es una carrera eterna”, afirmó en Montevideo, donde acabó de presentar el pasado martes su último espectáculo, Abolengo.

Para disfrutar del excelso zapateado y magistral manejo de la escena del sevillano Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, tres mil personas colmaron el Auditorio Adela Reta del Sodre, el escenario más importante de Uruguay junto con el Teatro Solís.

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El lleno se ha repetido en todas y cada una de las ciudades que ha pisado hasta ahora en las dos anteriores escalas de la gira, en Brasil (Curitiba y Porto Alegre) y Chile (Santiago y Concepción), y se espera una acogida similar en las argentinas Córdoba y Buenos Aires, las siguientes paradas hoy y mañana, en su orden.

“Estamos teniendo la suerte de que el público está disfrutando y está entendiendo el mensaje del espectáculo”, explica con modestia sobre la gira.

El artista admite que “en alguna ciudad, si han visto más flamenco, tienen más conocimiento” y su presencia despierta mayor interés, pero aclara también, en defensa del espectador sudamericano, que “no necesariamente tienes que saber de flamenco para emocionarte y para sentirlo”.

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“España también es grande y hay algunas partes en las que no han visto flamenco en su vida”, reconoce. Lo cierto es que con Abolengo resulta difícil no conmoverse, no solo por el hechizo del bailaor, sino por el grupo que lo acompaña y la atmósfera de tablao en la que el elenco introduce al público.

La bailaora Karime Amaya, sobrina-nieta de la legendaria Carmen Amaya e hija de Mercedes Amaya La Wini, no se queda corta en su cara a cara con el artista. También tienen gran altura las voces de Antonio del Villar, Juan José Amador y Encarnita Anillo, la guitarra de Roman Vicenti, el violín de Bernardo Parrilla y la percusión de José Doya. El espectáculo, estrenado en octubre pasado en Costa Rica, ha sido representado este año en las ciudades españolas de Bilbao, Barcelona y Santander, y en Londres.

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Tras culminar la gira sudamericana en Argentina, Abolengo viajará a Tokio, París y Madrid hasta finales de mayo.

En la segunda mitad del año regresará a Brasil (Sao Paulo y Río de Janeiro) y aterrizará en Perú (Lima), Ecuador (Quito), Colombia (Bogotá y Medellín), Panamá y varias ciudades de México, antes de representarse en Estados Unidos y Canadá.

Farruquito admite que su trabajo es “duro”, y no solo porque hay que dedicarle “mucho tiempo al físico”, sino por el ajetreo que conlleva.

“La gente lo que ve es cuando se abre el telón, pero detrás de eso hay muchas horas de trabajo, son muchos días, mucho tiempo lejos de tu familia, fuera de tu casa, durmiendo en sitios distintos, comiendo muy variado”. Como si sus giras internacionales fueran poco, tiene previsto este año sacar una aplicación para dispositivos móviles con la que pretende enseñar su arte a toda clase de público.

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El objetivo es “que cada persona, desde cualquier parte del mundo se pueda bajar la clase por sesiones” y que la iniciativa les sirva a algunos de “base para iniciarse” y a otros para adquirir “un poco más de experiencia”.

También quiere grabar varios DVD, de Abolengo y de otro espectáculo denominado Baile Flamenco y de un proyecto bautizado Flamenco All Stars, con la participación de familiares y compañeros de oficio. Farruquito es hijo del cantaor Juan Fernández Flores, El Moreno, y de la bailaora Rosario Montoya Manzano, La Farruca.

Con solo 5 años debutó en Broadway (EE.UU.) con el show Flamenco Puro, arropado por su familia y el patriarca de la saga, Farruco, al que en un futuro cercano quiere homenajear en el cine. La cinta podría dirigirla Benito Zambrano.