La escritora, educadora familiar y columnista de este Diario Ángela Marulanda visita el país para ofrecer su conferencia ‘¿Qué necesitan los hijos para triunfar y ser felices?’. Ayer ofrecería una en Guayaquil a un grupo de médicos y hoy lo hará en Quito. La colombiana viene con auspicio de Nestlé.

En el lobby de un hotel guayaquileño y a pocas horas de haber arribado a la ciudad, Marulanda se da un tiempo para dialogar sobre los ejes de sus charlas: el concepto de felicidad, las actitudes de los padres que contribuyen a que esta sea una realidad en los hijos y cómo satisfacer las necesidades fundamentales (afecto, aceptación, seguridad, entre otras) para que los chicos tengan éxito.

“La felicidad no es un objetivo, la felicidad es un resultado”, dice Marulanda respecto a cómo en la sociedad, según ella, se conceptúa que este ideal se alcanza con viajes, compras y otras cosas materiales. Para ser felices, indica, se necesita tener una “satisfacción profunda por lo que uno es y por lo que uno hace”.

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El matrimonio es un asunto al que, afirma, las parejas no están dándole importancia, pues al momento de la separación ponen por delante excusas como el ya no sentirse felices o la necesidad de reencontrarse consigo mismo. “Se acabó la lucha, el esfuerzo, el espíritu de sacrificio”, subraya, indicando el alto índice de divorcios que existen y que afecta, entre otras cosas, al desarrollo de la inteligencia emocional de los hijos. Asimismo, expuso su desaprobación por las uniones libres que tienen descendencia. Las cataloga como “egoísmo patético”.

Marulanda resalta que los padres deben aprender a poner límites a sus hijos, aprender a decirles ‘no’ y a no mermarles su capacidad de ayudar, de aportar, pues “en el dar está la felicidad”, asevera la experta.

La seguridad personal del niño es un tema que los padres no deben descuidar. Una de las formas de afianzarla, aconseja la escritora, ganadora del Primer Premio de Periodismo por la Paz 2008, es centrarse en el esfuerzo y progreso del chico, en diferentes ámbitos, más que en los logros como tal. Anima, además, a los integrantes de la familia, a no olvidar reunirse permanentemente, compartir cenas, por ejemplo.

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Austeridad, señaló Marulanda, es una de las palabras claves para orientar a los pequeños: darles menos (cosas materiales) e incitarlos a servir más. “A eso vinimos al mundo, a crecer y ser mejores personas”, dice.