JOSÉ OLMOS
.- Un ataque de los indígenas huaorani a los taromenanes, grupo no contactado, es motivo de especulación, de contradicciones y desmentidos. La cifra de posibles muertos es incierta, nueve días después de ese acontecimiento. Cawetipe Yeti, presidente de la Nacionalidad Huaorani del Ecuador (NAWE), es el único que ha hablado de víctimas. El jueves pasado dijo que eran 18, el viernes señaló que eran 30.

El Ministerio de Justicia, encargado del Plan de Medidas Cautelares para proteger a los no contactados (tagaeri y taromenane), informó del posible ataque sucedido en un área del Parque Nacional Yasuní, donde opera la petrolera Repsol, pero, pese a que efectuó tres vuelos, no halló vestigios de esa acción. Una comisión del organismo y autoridades ingresarán hoy, por tierra, para verificar el suceso.

Los huaoranis de Dicaro y Yarentaro tienen en su poder a dos niñas taromenanes, traídas luego del hecho, que se habría dado en venganza por la muerte a lanzazos de Ompore Omeway, de 70 años, y Bogueney Cayga, de 64, el pasado 5 de marzo.

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Pero este enfrentamiento entre los huaorani evangelizados y los no contactados taromenanes tiene una historia de dos décadas. El conflicto tuvo su origen en 1993, por una mujer, y sirvió además para determinar la existencia de los taromenanes, grupo con características distintas a los huaorani y los tagaeris (huaoranis que se negaron a ser evangelizados).

A mediados de aquel año, Babe Ima, líder de la comunidad Tigüino, en el límite entre Pastaza y Orellana, tomó contacto con los taromenanes, cuando trataba de convencer a los tagaeris a que se evangelizaran.

En ese encuentro, Babe (fallecido en agosto del 2009) secuestró a Omatuki –según el propio relato del líder huao en el 2003– y la llevó a su casa. Era una chica de menos de 20 años, de piel blanca, ojos verdes y pelo negro hasta la cintura, facciones distintas a los huaoranis.

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Babe la tuvo como su mujer por 24 días. Por presión de su familia, que temía un ataque, accedió a devolver a Omatuki a su clan, asentado en el sector Cuchiyacu. Seis huaoranis acompañaron a Babe. Cerca de su choza, la joven se alejó con una sonrisa. Un kilómetro adelante, los taromenane atacaron al grupo con sus lanzas y dejaron mal herido a Carlos Ima, hijo de Babe, quien murió.

Esa muerte hizo que diez años más tarde, Babe organizara –según él reconoció– un ataque para cobrar venganza. Nueve guerreros, como ellos se denominan, se adentraron en la selva y el 26 de mayo del 2003 mataron a 26 taromenanes, la mayoría mujeres y niños, quemaron la choza, recogieron sus lanzas y trajeron la cabeza de un joven como trofeo.

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“Fuimos a cumplir una promesa: a vengar por nuestros familiares muertos... No siento pena porque eran nuestros enemigos. A mi primo lo mataron, a un amigo le mataron a su papá, a otro huaorani le asesinaron a su mamá. Es primera vez que nos vengamos...”, relató en junio del 2003 Tiri Omaca, uno de los guerreros.

Los huaoranis rechazaron entonces un posible enjuiciamiento. Dijeron que era un acto de justicia propia. Ambientalistas y dirigentes indígenas señalaron, y reiteran ahora, que estos enfrentamientos están influenciados por madereros y petroleros, pues los huaoranis reciben sus beneficios.

Los protagonistas

Huaoranis

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Indígenas evangelizados desde la década del 60 del siglo pasado. Son casi 4.000 y residen en 48 comunidades dispersas en los límites entre Pastaza, Napo y Orellana. La mayoría de hombres trabaja en las empresas petroleras o se dedican a la caza, agricultura y, últimamente, a atender a turistas. Algunos son profesores. Las mujeres hacen collares, bolsos y otras artesanías. Usan ropa normal. Hablan huao y español.

Tagaeris

Es un grupo huaorani que en 1960 se adentró en la selva para evitar ser colonizado. Su jefe era Tague, a su muerte (hace 35 años) asumió Huayhua. Hace 15 años se conocía que eran unos 140 individuos, que poco a poco han ido muriendo por enfrentamientos con el clan taromenane. Otros se habrían unido a ese grupo, obligados. Hay pocas evidencias actuales de su existencia. Su lenguaje fue el huao.

Taromenanes

Son indígenas que nunca tuvieron contacto con el mundo exterior. De su existencia se conoció a partir de 1993. Por versiones de huaoranis de Tigüino y antropólogos, son altos, de piel blanca y ojos verdes o azules. Las mujeres tienen el cabello hasta la cintura y senos y caderas grandes. Se cree que provienen de Brasil y matan a todo extraño. Serían entre 200 y 300 individuos. Su lenguaje es inentendible.