Ser Miss Ecuador es un sueño que yo tenía desde muy pequeña. Me llamaba mucho la atención todo el glamur que encierra a la mujer que se vuelva merecedora del título. Luego supe del gran trabajo que existe en beneficio de la sociedad durante el año de reinado. Esto fue lo que finalmente me motivó a participar.

Mi vida antes del concurso era muy sencilla. En las mañanas me levantaba para ir a la universidad, para lo cual no importaba si salía con el pelo mojado, ni con el primer atuendo que encontraba. Era muy estudiosa. En las tardes, iba al gimnasio y alternaba mis clases de canto con el baile.

Ya desde candidata, esa vida tranquila dio un giro. Pasé a tener una agenda agitada, llena de compromisos y obligaciones. Quién diría que el siguiente año vendría cargado de este mismo ritmo y mucho más.

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El momento en que obtuve la corona fue espectacular. Fue la primera vez que pude vivir un sueño. Me probé a mí misma que plantearme una meta, por más difícil que fuera, y conseguirla, no es imposible.

Hubo shock inmediato, lágrimas de felicidad y muchos abrazos. Nunca voy a olvidar cuando recibí las felicitaciones de mis compañeras candidatas. Qué buen equipo hicimos, y qué lindos momentos pasamos juntas.

Sin una fecha fija para el Miss Universo, desde que obtuve la dignidad de Miss Ecuador, empecé a prepararme para este certamen internacional que tanto miedo me daba.

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Gracias a la ayuda de los profesionales, de mi familia y amigos, poco a poco me fui convenciendo de que yo era capaz de representar muy bien al Ecuador y que debía estar segura de mí misma.

Por supuesto, debo agradecer a las misses que me compartieron sus experiencias y me dieron los mejores y más sabios consejos: Mafer Cornejo, Claudia Schiess, Sandra Vinces y María Susana Rivadeneira. Tan solo escuchar una palabra de ellas, ya aliviaba mi incertidumbre respecto a la competencia.

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Al ser la última, de la promoción 2012 del Miss Ecuador, en participar en el exterior, también colmé de preguntas a mis amigas Cipriana Correia, Sulay Castillo y Tatiana Loor.

Estar en Las Vegas ha sido la mejor experiencia que he tenido en mi vida. Perseguir un mismo ideal junto a 88 chicas de todas partes del mundo fue único. Mi participación la viví con mucha responsabilidad y entrega. Definitivamente quería que el Ecuador se luzca, así me costara no dormir lo suficiente para estar impecable en las mañanas, o sacar energía de donde no había para resaltar en las grabaciones.

Yo tenía un compromiso con todas las personas que me apoyaban desde casa y lo tenía que cumplir. No voy a negar que me sorprendió el hecho de no haber entrado en el top 16 después de haber hecho un buen trabajo, pero a pesar de ello, no me arrepiento de nada.

No hay nada que pudiera haber hecho de manera distinta que hubiese alterado el resultado y por esto me siento muy satisfecha. Sé que mi nombre despuntó en la lista de favoritas en todo momento y eso para mí es suficiente.

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En todo el año combiné los eventos en los que tenía que estar presente, mis viajes dentro y fuera del país, con la labor social; el compromiso más grande que trae consigo la corona.

Creo que se pudo percibir más en las brigadas médicas que realicé en distintas fundaciones y escuelas fiscales, en el concierto ‘Unidos para dar’ en el Centro de Arte, el torneo benéfico de golf ‘Yo juego por tu piel’, en beneficio de las personas que sufren de ictiosis, ‘La caminata por el Corazón y la Vida’ en Atacames, la colecta que se hizo por Solca Galápagos dentro del estadio Monumental de Barcelona, los distintos desfiles benéficos y el trabajo junto a la fundación de mi colegio, Nuevo Mundo.

Tengo una suerte muy grande y es que pude combinar mi pasión por el canto con mi labor social. En todas la visitas que realicé compartí las canciones favoritas de mi repertorio con la gente, que las recibió con los brazos abiertos. Poder brindar alegría con la voz es algo que aprendí de mi madre. De mi padre heredé la pasión por Barcelona, por lo que fue incomparable recibir también la ayuda de ellos para buenas causas.

Estos últimos meses han sido sumamente ajetreados por tratar de completar la mayor cantidad de proyectos benéficos posibles, para lo cual no alcanzan 365 días en el año. Existen miles de causas por las cuales luchar en nuestro país, y en este año me enfoqué mayormente en la niñez, las personas con ictiosis y en Solca, pero me reconforta saber que dentro de mi corazón existe el deseo de seguir luchando. Este año apenas ha sido el comienzo, y no voy a desistir en este trayecto, porque una vida no alcanza.

Como Miss Ecuador, tengo muchos sueños e ilusiones. Quiero seguir estudiando periodismo, quiero seguir cantando, quiero modelar en el exterior, entre mil cosas más.

Mi sueño de incursionar en la televisión está casi cristalizado y espero me pueda ir de la mejor manera. Solo quiero agradecer al Ecuador por todo su apoyo, por haberme dado todo. Espero seguir en los corazones de la gente, como ustedes estarán siempre en el mío.

Su siempre Miss Ecuador 2012, Carolina Andrea Aguirre Pérez.