La creatividad y la invención caracterizan a Alfonso Espinoza, médico urólogo del hospital regional del IESS Teodoro Maldonado Carbo.

Durante sus 29 años de labor, este doctor guayaquileño ha inventado diferentes equipos. “Cuando ves la limitación que tienes para atender al paciente vas desarrollando, inventando nuevos métodos para esas necesidades”, afirma.

Su primera creación fue el catéter doble J, que sirve para quitar la obstrucción en las vías urinarias, en 1989. El mismo año, en su andar profesional le fue infiel a la especialidad que estudiaba en el posgrado, la eurodinamia, comenta. En un congreso se enamoró de la endourología, que trata las afecciones urinarias por vía endoscópica.

Publicidad

En 1992, Espinoza elaboró un aparato que permite a los hombres con disfunción eréctil mantener la erección. Ese año obtuvo el primer premio en un congreso latinoamericano por innovar el procedimiento de nefrolitotripcia percutánea, que consiste en romper la piedra o cálculo de riñón a través de una pequeña incisión en la espalda.

Un año después, él hizo un espiral intraprostático biocompatible, que en esa época lo hacían comercialmente con alambre de oro. Con ese aparato se mantiene abierto el conducto urinario para que el paciente orine normalmente.

En 1994, Espinoza construyó un litotriptor neumático balístico, que meses antes lo había visto en un congreso. Lo hizo con el compresor de un acondicionador de aire y la forma era distinta, dice. Este aparato lo presentó en un congreso en el hospital Faustino Pérez, de Cuba, y regaló un equipo.

Publicidad

En ese hospital se lo usó por varios años y él aún lo utiliza en sus consultas privadas, refiere el médico de 57 años.

Otro de sus logros fue el procedimiento endoplastia transuretral del esfínter (músculo que se abre y cierra para orinar y que suele ser lesionado por el médico al operar la próstata), en 1995. Con esto trataba la incontinencia urinaria, pero la técnica era difícil y solo él la practicaba.

Publicidad

Ante esa necesidad, el urólogo implementó hace dos meses un método en el que a través de una pequeña incisión en la vejiga cierra el esfínter.

Espinoza ha recibido reconocimientos de hospitales de Cuba, España y en el país por sus investigaciones y equipos.

Miguel Astudillo, cirujano pediátrico del hosp. Roberto Gilbert, dice que ser médico implica responsabilidad social. “Se debe mantener una actitud responsable con sentido de solidaridad y convicción ante los constantes desafíos que afligen la salud física y mental...”.

Él junto a un equipo multidisciplinario, en diciembre del año pasado realizó el primer reemplazo de esófago con un segmento del colon por vía laparoscópica a un niño de 4 años. Este procedimiento también se hace en Brasil y Argentina, donde se capacitó.

Publicidad

Su influencia a la medicina, menciona, se dio en la secundaria por parte de algunos profesores en el colegio Aguirre Abad. Estudió la carrera y se graduó en la Universidad de Guayaquil. En 1985 se graduó de médico general.

Ser cirujano plástico era su sueño en la universidad y mientras hizo el posgrado en el hospital Luis Vernaza, una invitación a que ingrese como residente en el hospital de niños Alejandro Mann hizo que su visión cambiara.

“Cuando tuve consciencia de lo que era trabajar con niños descubrí mi verdadera vocación”, expresa el médico de 52 años, quien tomó varios cursos en cirugía neonatal durante su carrera y en los últimos diez años se perfeccionó en el procedimiento por la vía laparoscópica en varios países. El guayaquileño es aficionado del ciclismo de montaña.

A fines de enero pasado, Byron Abad, médico cirujano del hospital Luis Vernaza, realizó el primer trasplante hepático en la Costa junto a un grupo multidisciplinario.

Para él ser médico es “cumplir su sueño personal y familiar. A medida que uno estudia la carrera se va enamorando de la profesión, de brindar el servicio a una persona que lo necesita, eso llena de satisfacción”, expone el cirujano de 36 años.

Fue en el 2009 cuando, tras participar en un congreso de trasplante hepático, “me enamoré (de la subespecialidad), fue un amor a primera vista. Decidí estudiar por cerca de tres años porque es el futuro, es un procedimiento complejo. A los pacientes con cirrosis solo se les daba un seguimiento clínico, ahora se les puede dar una oportunidad de vida”, afirma.

Con 12 años de experiencia, Abad indica que la medicina es una labor de sacrificio. Al estudiante de medicina recomienda preparación en el ámbito científico para beneficio del país.