En afiches, en murales o estatuas de todo tamaño. En las calles, en negocios, en iglesias, en casi cualquier rincón donde se encuentre un partidario. Todos dicen que Hugo Chávez está en Cuba, pero parece que no. Parece que siguiera en Venezuela.

A veces se lo ve junto a Simón Bolívar sobre el muro de alguna avenida. Otro día aparece con Ernesto Che Guevara. También se muestra rodeado de la iconografía católica, sobre todo desde hace 18 meses, cuando confirmó su diagnóstico: tiene cáncer.

Es Hugo Chávez y para pedir su sanación y pronto regreso se echa mano de santos y oraciones. “Le hemos pedido al doctor José Gregorio Hernández que, como médico que es, dirija las manos de todos los que están tratando a Chávez”, dice Thelma Martínez, ama de casa.

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Hernández (1864-1919) fue un médico y científico venezolano al que miles de sus compatriotas atribuyen el poder de hacer milagros y lo consideran un santo, aunque no está reconocido como tal por la Iglesia católica.

Se observan gigantografías en las que se lee: “Yo soy Chávez”, “El pueblo es Chávez” o “Pa’ lante, comandante”. Las autoridades “hoy exaltan la figura de Chávez para establecer un vínculo entre el presidente, su legado y el destino del proyecto político. Hacer de él un mito crea un basamento para seguir el proyecto”, dice el analista e historiador Luis Alberto Butto.