AFP
RIO DE JANEIRO.- Rio de Janeiro, la ciudad natal del arquitecto Oscar Niemeyer, enterró este viernes a su ciudadano más ilustre, al cual sus montañas, olas marinas, ríos y mujeres de curvas generosas inspiraron toda su larga vida.

Autoridades, familiares, amigos y ciudadanos desfilaron con emoción ante el féretro de Niemeyer, envuelto en la bandera brasileña y rodeado de coronas de coloridas flores en el Palacio de la Ciudad de Rio, para despedirse del célebre arquitecto fallecido el miércoles, a 10 días de cumplir 105 años.

Una ceremonia multirreligiosa tuvo lugar antes de iniciar el cortejo hacia el cementerio Sao Joao Batista, en Botafogo (sur de la ciudad). "Por primera vez un rabino, dos curas católicos y un pastor luterano hacen una celebración ecuménica por el alma de un ateo comunista", dijo el pastor Mozart Noronha al sitio G1 de Globo.

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El entierro, cerrado a la prensa, tuvo lugar en una tarde abrasadora, con una sensación térmica de 45 grados.

El jueves, el arquitecto fue velado con honores de Estado en el palacio presidencial de Planalto en Brasilia, una de sus grandes obras en la capital que ayudó a crear en 1960, y donde su cuerpo fue recibido por la presidenta Dilma Rousseff bajo una salva de aplausos.

"Su obra es un reflejo del paisaje de Río, de sus curvas", dijo a la AFP el conocido arquitecto brasileño Jaime Lerner al salir del velorio en el Palacio de la Ciudad.

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"Niemeyer fue uno de los mayores brasileños de todos los tiempos, uno de los pocos a los cuales estaba reserva la eternidad. Ahora con seguridad va a rediseñar la vía láctea", añadió.

Los edificios de Niemeyer se caracterizaron por sus arcos y ondulaciones. "No es el ángulo recto que me atrae. Ni la línea recta, dura e inflexible creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre, sensual. Las curvas que encuentro en las montañas de mi país. En el curso sinuoso de los sentidos, en las nubes del cielo. En el cuerpo de la mujer preferida. De curvas está hecho todo el universo", dijo al comentar el edificio Copan de Sao Paulo, inaugurado en 1951.

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Entre sus obras figuran la mayoría de los edificios gubernamentales de Brasilia y su catedral en forma de corona y con vitrales de piso al techo, la sede de la ONU en Nueva York que co-diseñó con un grupo liderado por el francés Le Corbusier, y el museo de arte moderno de Niteroi, que se asemeja a un platillo volador posado ante la bahía de Guanabara, frente a Rio de Janeiro.

El "arquitecto de la sensualidad", que convirtió el cemento armado en poesía con sus majestuosos edificios futuristas, nunca escondió su amor por su ciudad natal, donde trabajó hasta sus últimos días en su estudio de grandes ventanales curvos frente a la playa de Copacabana.

El poeta brasileño Ferreira Gullar, de 82 años, permaneció unos minutos ante el ataúd con tapa de vidrio, que permitía ver el rostro del arquitecto, y no pudo contener sus lágrimas al saludar a su viuda, Vera Lucia Cabrera, de 66 años, que se casó con Niemeyer cuando éste tenía 98 años tras ser su secretaria durante décadas.