El instructivo que establece que los alimentos industrializados deberán contar con etiquetas que alerten, con los colores del semáforo, sobre las concentraciones de ciertos elementos (grasa, azúcar y sal) genera inquietud en el sector empresarial, pues se aduce que significará más costos de producción y confusión para el cliente.

Esto debido a que el cálculo para marcar las alertas se da en relación con la concentración de grasa, azúcar y sal por cada 100 gramos y no por las porciones que se consumen.

La medida, según cálculos de Corporación Favorita, la cadena de supermercados más grande del país, significaría cambios en cerca de 25 mil productos que deberán obtener la aprobación del Ministerio de Salud (MSP) para nuevas etiquetas que identifiquen qué color corresponde a cada producto.

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La regulación del MSP establece un sistema de semáforo en el que el color rojo advierte concentración alta; el amarillo, una cantidad medida; y el verde, niveles bajos.

Las modificaciones aparecen en el Instructivo del reglamento para la regulación y control de la publicidad y promoción de alimentos procesados, cuyo borrador fue presentado el 14 de este mes.

Christian Wahli, representante de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), dijo que con esa forma de cálculo la leche entera tendrá un letrero que advierta altos niveles de grasa, mientras que en una bebida gaseosa de dieta habrá una marca verde que muestre que tiene bajas concentraciones de los elementos que se regulan.

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Los cambios en el formato de las etiquetas, según el borrador del instructivo, se toman para “garantizar el derecho constitucional de las personas a la información oportuna, clara, precisa y no engañosa sobre el contenido y las características de los alimentos procesados”.

Wahli señaló que ese objetivo se diluye, pues solo se toman cinco indicadores, en lugar de hacer el cálculo de cuántas calorías contiene el artículo. También cuestionó la propuesta de hacer el cálculo con base en los gramos, porque no todos los productos tienen ese peso y para determinar la cantidad de componentes que se ingieren se tendría que hacer una operación matemática.

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La solución más sencilla, indicó, es tomar en cuenta las porciones incluidas en los paquetes y hacer sobre ella la valoración del contenido.

Otro de los factores que producen molestias es el plazo de 180 días para la aplicación de las etiquetas. Los empresarios indican que los cambios deberían cumplirse en 18 meses.

Un ejecutivo de la Corporación Favorita también señaló que los costos suben para los exportadores, ya que “deberán tener dos tipos de etiquetas o dos líneas de producción, pues en otros países no aplica”.

Juan Fernando Maya, gerente general Alpina Ecuador, consideró que ante esta nueva propuesta de etiquetado se debe realizar “un debate con estrictos parámetros técnicos y con apertura a argumentos”.

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Meses es lo que piden los empresarios para aplicar los cambios.