Roberto Rueda
QUITO.- Durante tres días la magia se apoderó del coliseo Rumiñahui de Quito de la mano de un grupo de magos que se hacen llamar Los Ilusionistas, y que alborotaron las neuronas del público capitalino que los fue a ver. Una de ellas, Mónica Guamán, llegó convencida de que no la podrían engañar. Los primeros quince minutos del espectáculo pasó concentrada en descubrir en dónde estaba el truco.

“Miraba las manos de los magos, a las bailarinas, todos los movimientos. Pensaba que no se me había escapado ningún detalle, pero cuando menos esperaba algo o alguien ya había desaparecido”, dijo Guamán, quien, finalmente, decidió solo dejarse llevar por la ilusión.

En dos horas los integrantes de esta nueva generación de magos hicieron aparecer de la nada carruajes tirados por caballos o palomas y esfumaron motocicletas y bellas modelos, que luego aparecían como si nada entre el público.

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En la tabla del terror, el mago conocido como el Caballero (Mark Kalin) partió en dos a una mujer y puso a otra a levitar a unos cuatro metros sobre el suelo, mientras pasaba a su alrededor un anillo de fuego para demostrar que no era sostenida por mecanismo alguno.

Emulando al famoso Harry Houdini, el italiano Andrew Basso (el Escapista) fue introducido en un tanque con cien litros de agua, esposado y con un cerrojo en sus pies. En dos minutos logró desarmar ambos seguros.

Aunque el truco no es nuevo, lo innovador es que el público pudo observar cómo Basso se deshacía de las esposas y los huesos de sus pies se hacían elásticos para escapar de los seguros que lo atrapaban, mientras permanecía con todo su cuerpo bajo el agua dificultando su respiración.

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El elenco se completa con Dan Sperry el AntiMago, un irreverente ilusionista que parece una mezcla entre el famoso David Copperfield y Marilyn Manson; Jinger Leigh la Encantadora; Jeff McBride el Chaman; Brett Daniels el Gran Ilusionista; Joaquín Kotkin el Surrealista y Kevin James, el Inventor, que al final del show hizo nevar en el Rumiñahui.

Pero el espectáculo no solo es magia. También hay música en vivo, coreografías y el mexicano Kotkin, quien además hace de anfitrión del show, interactúa, bromea y sugestiona con sus juegos de palabras al público.

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Al final, los asistentes salieron complacidos del acto de Los Ilusionistas. Fabián García acudió con su familia y lo que más le gustó fue el profesionalismo de los magos. “Es gente que se prepara mucho y eso demuestra el respeto que tienen por el público”, dijo.

En tanto que Joaquina Mafla, de 10 años, gritaba emocionada por cada acto realizado por los magos. A ella le gustaron los trucos de el Chamán, un ilusionista que mezcla el mimo con la magia, lo que le ha permitido ganar en tres ocasiones el Grand Prix de Magia de Montecarlo.