La noche del pasado martes, en el Teatro Sánchez Aguilar, la reconocida violinista estadounidense Hilary Hahn dio un recital en el que demostró su gran virtuosismo. Hahn es, sin duda alguna, una prodigio, habiendo ingresado al prestigioso conservatorio Curtis Institute de Filadelfia a los 10 años, y hecho su debut con la Orquesta Sinfónica de Baltimore a los 12. Poco después se presentó con orquestas y directores conocidos alrededor del mundo, como la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, bajo Lorin Maazel, y la London Symphony Orchestra.

Ante un auditorio casi lleno, Hahn demostró su buen gusto y versatilidad con un programa que alternaba entre obras contemporáneas y del repertorio establecido. Después de unas palabras de Ramón Barranco, director artístico del TSA, Hahn entró al escenario seguida de su acompañante Natalie Zhu, ganadora del premio Rachmaninoff, e interpretó la primera obra, Angry Birds of Kauai, de su joven compatriota Jeff Myers. Esta obra la escogió Hahn de entre 400 enviadas a un concurso que ella estableció para promover música contemporánea de todo el mundo. Angry Birds incluyó muchas frases atonales, pero a diferencia de muchas obras dodecafónicas puristas, absorbió la atención del público retratando los pájaros bravos de su título con el uso de ‘técnicas extendidas’ ya de uso común en la música experimental; sobresalieron los portamentos, en que se tocan todas las notas entre dos particulares, incluyendo intervalos menores a un semitono. Le siguió una obra de la japonesa Michiru Oshima (1961-), en que pasajes de mucho romanticismo contrastaban con otros de gran disonancia.

De ahí el programa regresó al repertorio establecido con la Sonata para violín en fa menor, Op. 4 de Félix Mendelssohn, una obra en que el piano juega un papel tan importante como el violín: aquí Zhu, la acompañante, demostró –al igual que Hahn– un criterio refinado, expresando el austero romanticismo temprano de Mendelssohn sin rayar en el sentimentalismo. Después de una bella interpretación de una transcripción del muy romántico Traumerei del Kinderszenen, Op. 15 de Schumann, el programa regresó al presente con originales piezas contemporáneas cortas del estadounidense David del Tredici (1937-), la azerbaiyana Franghiz Ali-Zadeh (1947-), y el conocido compositor inglés Mark Anthony Turnage (1960-).

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Después de un intermedio, Hahn regresó sola al escenario para interpretar la Partita Nº 2 en re menor para violín de J.S. Bach, mejor conocida por su último y quinto movimiento, el Chaconne, el más largo de los cinco que la componen. Aquí la calidad del sonido de Hahn se volvió más sólida, al evitar (como lo requiere la música barroca) el vibrato que marcó la primera parte del programa y que tendía a quitarle cuerpo a su sonido. Respetando al original, Hahn expresó la elegante belleza de las frases de Bach sin caer en la teatralidad del sentimentalismo o estacatos demasiado percusivos. Solo en el Chaconne le dio rienda suelta a la pasión, que llega a su cenit cerca del final, en una intensa pero corta parte en tonalidad mayor, poco antes de regresar a la menor con la repetición del triste tema principal del movimiento, lo que marca el fin de la obra. Al terminar recibió un bullicioso aplauso con vivas y silbidos. El programa cerró con una pieza de carácter algo impresionista del español Antón García Abril (1933-), y un arreglo para violín de la graciosa Humoresque de Dvorak. Al terminar, el público pidió el regreso al escenario de Hahn con otro fuerte y largo aplauso. Hahn agradeció con un encore, una pieza alegre con aires gitanos.

* Crítico de música