Su ropa ahora es más casual. Sin saco ni corbata llega el martes a la sede de la llamada Fundación del Barrio, en el norte de Guayaquil. Acomoda su iPad, pide un café y, cuando se le pregunta por las fotografías que exhibe en una pared, en las que aparece con campesinos, indígenas, niños o pequeños comerciantes, empieza a hablar de él mismo, en tercera persona. “Digamos que Guillermo Lasso es un ser humano que recorre el Ecuador. Ya no lo diferenciemos entre una y otra etapa. Llevo tres años recorriendo el Ecuador”.

Esta semana confirmó su precandidatura presidencial. Un formalismo porque, en la práctica, su postulación se daba por contada. En sus discursos, sin embargo, insiste en mantener un halo de misterio. “Es una decisión que ya he tomado y que, obviamente, depende de CREO, de sus bases y su dirigencia”.

¿Por qué quiere ser presidente?
Porque me siento en la capacidad de servir a los ecuatorianos, conozco sus problemas, sé cuáles son las soluciones y me siento en la capacidad de implementar esas soluciones.

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Según la empresa de monitoreo Infomedia, usted es la figura que, entre enero y julio, más dinero destinó en publicidad en televisión, radio y prensa: $ 3’894.549, sin descuentos. El Consejo Nacional Electoral (CNE) advirtió que esto puede ser considerado como gasto.
La ley dice que el proceso electoral comienza con la convocatoria a elecciones y esa convocatoria está prevista para el 18 de octubre. Mis apariciones públicas, promoviendo mi libro (Otro Ecuador es posible) y mi pensamiento, no tienen que ver con el proceso electoral. Y déjeme decirle que ni de lejos se acerca a la cantidad que usted señala.

Cito a Infomedia. ¿Cuánto es?
No tengo en la mente todas las cifras, pero puedo decir que no llega ni a un 25% de ese valor.

En uno de los spots usted dice que no está solo en este camino, que está dispuesto a trabajar con quienes quieran lo mismo. Y añade: “Yo lo sé y necesito que tú también lo sepas”. ¿No es este un spot político más que la promoción de un libro?
Si ese es su punto de vista, lo respeto. Yo creo que lo que estoy haciendo es hablar sobre mi libro... Sé que lo que he escrito es lo que piensan muchos ecuatorianos y, además, por supuesto, necesito que lo creas, que leas el libro, que veas mis propuestas.

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Recorre el país, renunció a la presidencia ejecutiva del Banco de Guayaquil, sus discursos públicos son más políticos, con cuestionamientos al Gobierno, se afilió a CREO la semana pasada. ¿Cuándo decidió que este era el camino que quería tomar, con miras a la Presidencia?
Fui muy claro en mayo, cuando renuncié al banco. Yo dije: “Me retiro porque, de ahora en adelante, voy a dedicarme a luchar contra la pobreza”. Hoy, luego de casi cuatro meses de reflexión –que, en realidad, no es de cuatro meses; es de, por lo menos, cinco años–, he tomado la decisión de ser candidato. Mis cuestionamientos, más que a un gobierno, son a las cifras que demuestran la realidad sobre la pobreza. De acuerdo con las cifras oficiales, el 28,05% de la población, algo más de cuatro millones de ecuatorianos, tiene ingresos menores a $ 75 por mes. Eso es lo que a mí me convoca a trabajar en el campo político.

¿Qué piensa sobre el socialismo o el socialismo del siglo XXI como modelo de gobierno?
Para luchar contra la pobreza debemos comenzar por definir el modelo de desarrollo del país. En las últimas décadas, el modelo de desarrollo del Ecuador se ha basado, fundamentalmente, en el precio del petróleo y en el endeudamiento público. Esas variables no son las únicas que deben guiar el desarrollo del Ecuador. Debe ser ampliado el espíritu emprendedor de los ecuatorianos; promover el emprendimiento pequeño, mediano, grande, de capital local, de capital internacional. Esos emprendedores son los que generan trabajo en una sociedad. No es el Gobierno. No es el Estado el que crea riqueza. La crea la sociedad civil.

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¿Eso es compatible con el llamado socialismo del siglo XXI?
No creo porque, por ejemplo, en el 2006 el tamaño de la economía pública en relación con la economía total del Ecuador representaba el 23%. Hoy el tamaño de la economía pública sobre el PIB (Producto Interno Bruto) total representa el 49%. El modelo está enfocado, fundamentalmente, a que el actor principal y casi único del desarrollo de la sociedad ecuatoriana es el Estado. Yo no creo eso.

¿Y a qué se debe el avance de este modelo en la región?
No hay que negar que la sociedad ecuatoriana aspiraba a satisfacer algunas de sus necesidades en materia de salud, de educación. Hay que reconocer que el presidente (Rafael) Correa puso esos temas en el primer orden del debate público y que se ha incrementado, más que se ha duplicado, la inversión en salud, en educación. Lo ha podido hacer gracias a un alto precio del petróleo. Pero analicemos si los resultados que se han logrado corresponden a ese gran esfuerzo económico que ha hecho el Ecuador. En los últimos cinco años se han invertido, en materia social, cerca de $ 21 mil millones y la pobreza se ha reducido en 9 puntos porcentuales. Sin embargo, en el quinquenio previo se invirtieron aproximadamente $ 7 mil millones, un tercio, y la pobreza se redujo en 17,5 puntos porcentuales. Por lo tanto, para mí deja mucho que desear, en términos de calidad, la gestión de estos recursos.

¿Qué piensa de la actual política de subsidios? ¿La mantendría?
No se puede eliminar el Bono de Desarrollo Humano (BDH). Cumple una función social y debe continuar, probablemente con determinados ajustes que estén orientados a producir mayores efectos sociales. Segundo, mientras no exista un sistema que realmente focalice el subsidio del gas de uso doméstico, el precio no puede ser incrementado. Sería realmente un acto criminal eliminar el subsidio. El programa Manuela Espejo, en sus aspectos fundamentales, debe convertirse en una política de Estado y en un proyecto que debe continuar.

El próximo presidente deberá trabajar con la institucionalidad que deja la llamada revolución ciudadana, por ejemplo, cortes de justicia y autoridades de control. ¿Será posible gobernar en esas condiciones si quien resulte ganador no es de PAIS?
Yo creo en una democracia que se apoya en la fuerza de las instituciones y en que esas instituciones se apoyen en la fuerza de la ley. No puede ser posible que hayamos creado una Constitución o una estructura institucional que solo funcionen cuando el país sea gobernado por un partido determinado. Ese no sería un país democrático... Yo respetaré a todas las instituciones y lo digo desde ya: no voy a proponer ningún cambio en la Corte de Justicia, porque tenemos que realmente ponernos serios en materia democrática.

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¿Cómo evalúa el actual estado de la democracia?
Yo creo que el Ecuador debe vivir una democracia real. Una democracia que se base en la fuerza de las instituciones. Una democracia que funcione sobre la base del peso, que es el Gobierno, y el contrapeso, representado por una oposición racional, decente, que proponga ideas nuevas, que critique sobre la base de información cierta.

Ecuador vivió un periodo de diez años de inestabilidad política, desde la caída de Abdalá Bucaram. Gobiernos como los de Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez, en los que usted colaboró y que terminaron en derrocamientos, ¿no han llevado al país a lo que se está viviendo actualmente?
Cuando yo hablo de la pobreza digo con claridad: es el enemigo único que tiene el Ecuador en este momento. La pobreza se ha enraizado en el país en las últimas décadas y corresponde a un modelo de desarrollo que yo no comparto... Yo creo que la democracia ecuatoriana y sus imperfecciones vienen de años atrás. Recordemos cómo la justicia fue manipulada por los poderes políticos de cada momento. Pero eso no justifica que, si en el pasado se hicieron mal las cosas, en el presente se repitan esos errores.

En una nota publicada en EL UNIVERSO el 27 de octubre de 1999, sobre los aportes a la campaña de Mahuad, usted dijo que sus donaciones “no fueron en ningún caso significativas”. No recordaba el monto que dio el Banco de Guayaquil a esa campaña. ¿Hoy lo recuerda?
No recuerdo con precisión, pero no creo que pasaba de $ 50 mil. Por lo tanto, ratifico. No era significativo y no existía una prohibición legal para que una persona pueda hacer un aporte.

¿Cómo, desde la administración pública, se pueden tomar medidas económicas sin pensar, en su caso concreto, en el banco?
¿Acaso soy un banquero a cargo de la Presidencia de la República? Yo soy un ecuatoriano. Guillermo Lasso es un ser humano, independientemente de su pasado profesional.

¿Cómo no entrar en un conflicto de intereses cuando le toque manejar, por ejemplo, la Junta Bancaria, el Banco Central, la Superintendencia de Bancos?
¿Por qué se preocupa del conflicto de intereses eventual que pudiera tener yo y por qué no se plantea, más bien, el conflicto de intereses de tanto acto de corrupción de mucha gente que dice no tener contacto con la Tierra? Prácticamente bajaron de Marte a la administración pública y, al salir, son los nuevos ricos del Ecuador. Preocupémonos de esos.

¿A quién se refiere?
No, no voy a darle nombre particular porque no voy a cometer el error de someterme a una acusación penal, pero en su momento hablaré con pruebas.

Y usted, como ciudadano, ¿qué piensa sobre medidas como la eliminación del cobro de los servicios bancarios, el impuesto a la salida de capitales o la repatriación de los dineros?
Para no generar en usted sospecha de conflicto de intereses, le pido que esa pregunta se la haga al delegado de la Asociación de Bancos, no a mí. Yo ya estoy más preocupado de unos temas generales del país, como la pobreza, la falta de trabajo y la falta de estímulo al emprendimiento.

Se lo pregunto como ciudadano.
Bueno, como ciudadano le respondo que a mí me preocupan otros temas, como la pobreza y el empleo.

No quiere responder este tipo de preguntas.
Le estoy respondiendo. Usted pregúnteme lo que quiera y deme a mí la libertad de responder lo que yo quiero responder.