“El dictamen de la Comisión Ultramarina que acaba de leerse se refiere a la primera de las proposiciones que presentó el Sr. Castillo, pidiendo la abolición de la mita y de toda servidumbre personal de los naturales de América conocidos hasta hoy con el nombre de indios. La comisión apoya esta solicitud; yo la encuentro equitativa, humanísima, justa y justificada.

“Señor, tratándose del bien de los pueblos, y de pueblos que sufren, yo creo que toda oración en su favor está por demás ante un Congreso ilustrado y benéfico; ante un Congreso español, del que puede decirse que, si en algo procede con prevención es solamente por hacer el bien.

“Pero, sin embargo, con esta ocasión tomo la palabra para hacer ver los grandes males que encierra esta idea de mita, para demostrar la necesidad de abolirla; y para que las Cortes, procediendo con las luces necesarias, tengan mayor satisfacción de hacer el bien conociéndole mejor.

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“Desde los principios del descubrimiento se introdujo la costumbre de encomendar un cierto número de indios a los descubridores, pacificadores y pobladores de América, con el pretexto de que los defendieran, protegieran, enseñasen y civilizasen; y también para que exigiéndoles tributos y aplicándolos a toda especie de trabajo, tuviesen los encomenderos en su encomienda el premio del valor y los servicios que hubiesen hecho en favor de la conquista.

“De esta costumbre nacieron males y abusos, tantos y tan graves que no pueden referirse sin indignación y sin enternecimiento.

“De allí vinieron esos nombres ominosos y de indigna recordación, de encomiendas, de mitas, de repartimientos; bárbaras reliquias de la conquista del gobierno feudal; fomento de la pereza y del orgullo los nobles y de los ennoblecidos, y esclavitud de los naturales paliada con el nombre de protección”.

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Nota: El discurso constó de 3.600 palabras y duró alrededor de 40 minutos.