A Clara, de 28 años, la violaron en enero del 2002, una semana después de haber cumplido la mayoría de edad. Ocurrió en las afueras de su vivienda, en el sur de Quito.

Quedó embarazada de su agresor y optó por no interrumpir la gestación. Casos como el de Clara son difundidos por los grupos autodenominados provida, que aseguran rechazar el aborto “en todas sus formas”.

“Hace diez años, cuando nació mi hijo, dejé de pensar que fue producto de una violación. Ahora solo le agradezco a Dios el que me haya dado las fuerzas para entender que dentro mío estaba mi felicidad y no mi castigo”.

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Las fundaciones Acción Provida, en Quito, y Familia y Futuro, en Guayaquil, no solo se oponen a que se amplíe la despenalización del aborto. Rechazan las dos excepciones que hoy contempla el Código Penal: cuando la vida de la madre corre peligro o en caso de violación a una mujer “idiota o demente”.

Aseguran que lo hacen bajo la premisa de “defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural de la persona”.

Acción Provida dice que trabaja junto con doscientas organizaciones, desde el 2006, para rechazar lo que califican como “tesis abortistas”. Según la directora ejecutiva de la organización, Zulay Arévalo, el Estado debe proteger la vida de la mujer, pero también del ser en crecimiento, aunque este haya sido producto de una violación.

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Para Acción Provida, toda forma de aborto debería ser eliminada de las leyes y cuerpos legales secundarios, ya que –añade– la Constitución vigente es clara en la protección de la vida. “Permitir que exista la posibilidad de aborto en caso de violación (a cualquier mujer) es dejar la puerta abierta para la despenalización total del aborto en el país. Del aborto caminaríamos a la eutanasia”, refiere Arévalo.

La Fundación Familia y Futuro se ha dedicado a realizar veedurías de leyes y también a presentar demandas. Sonia María Crespo, su presidenta, califica como un logro que el año pasado se haya cerrado una línea que ofertaba “abortos seguros”.

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Para Crespo, plantear la ampliación de la despenalización del aborto en caso de violación, como consta en el proyecto de Código Orgánico Integral Penal (COIP), es una “manera tramposa y engañosa” de abrir la puerta al aborto en cualquier circunstancia, no solo para las víctimas de estas agresiones.

Rechaza que los grupos que respaldan la ampliación de la despenalización planteen preguntas subjetivas: “¿Qué pasaría si violan a una hija tuya?, ¿tú dejarías que quede embarazada de un violador?”. “La vida debe ser protegida, más allá de esos subjetivismos y de esas manipulaciones de emociones en la población”, opina Crespo.

Ella y Arévalo dicen que la población rechazará las propuestas que “vulneren el derecho a la vida”. Dicen que basan su afirmación en los resultados de una encuesta que la empresa CMS realizó el 13 de julio en 2.027 hogares en Guayaquil y Quito.

Ante la pregunta “¿Cree usted que el aborto es un crimen o un derecho de las mujeres?”, el 87,65% de los consultados en Guayaquil respondió que era un crimen y el 12,35%, que era un derecho. Los porcentajes fueron similares en Quito: el 83,9% dijo que era un crimen y el 16,61%, que era un derecho.

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Sobre la llamada pastilla del día después, conocida también como anticoncepción oral de emergencia, los grupos que se autocalifican como provida plantearon una demanda para frenar su circulación nacional.

Ganaron, pero Crespo cuenta que cometieron un error “por desconocimiento”: el proceso se siguió contra la pastilla (en este caso, Postinor) y no contra el componente (levonorgestrel) que, dice ella, tiene un tercer efecto no difundido: evita la implantación del óvulo fecundado, es decir, aunque el espermatozoide se una al óvulo, es posible que no se logre “anidar”.

De ahí que en el país y en los centros de salud del sistema público se encuentran pastillas que tienen la misma finalidad.

“Le hemos hecho llegar al presidente (Rafael Correa) información científica. La vida empieza con la concepción. Eso lo dice la ciencia, no la religión. Su respuesta es que él defiende la vida. Sin embargo, hay niveles de defensa. Hay quienes dicen que defienden la vida, pero permiten que una mujer violada aborte”, opine Crespo.