Patricia Villarruel
MADRID.- No se equivoca el escritor guayaquileño Leonardo Valencia cuando afirma que "siempre ha suscitado mayor atención el perfil anecdótico de los personajes de Pablo Palacio, seres extraños o marginales que desatan el escarnio público por su excentricidad".

Es esta una de las razones que motivó al sello Barataria a publicar en España un libro que reúne las obras del fallecido autor ecuatoriano, Débora y Un hombre muerto a puntapiés.

La editora Claudia Apablaza habla del "deber de llenar los vacíos históricos en los que están fundados movimientos literarios y estéticos contemporáneos. No dejar espacios de la historia de la literatura en blanco. Mostrarle al lector que hubo allí, literariamente hablando, en cierto momento histórico, político, social y cultural".

Publicidad

Bajo ese marco se circunscribe la recuperación de los textos de Palacio que integran la colección Humo hacia el sur. La iniciativa busca rescatar a los narradores de las vanguardias latinoamericanas y el padre de Vida del ahorcado es icono indiscutible. Del prólogo, titulado 'Pablo Palacio: la risa frente al día inmóvil', se encargó Valencia.

Años atrás Veintisiete letras y El nadir reeditaron obras del ecuatoriano maravillados por su transgresión narrativa.

Apablaza utiliza cinco palabras para definir al fallecido autor ecuatoriano: "excéntrico, raro, ilógico, oscuro, triste".

Publicidad

Barataria ha querido llevar Débora al lector español. Su tirada es de 1.500 ejemplares. "Palacio señala cómo se procede a festonear una novela con cargas psicológicas, sociológicas o sentimentales, con el arquetipo del romance ideal", señala en el prólogo Valencia, creador de El libro flotante de Caytran Dölphin.

El autor de Una mujer y luego pollo frito, concluye Valencia, es de esos escritores que "pide poco tiempo de lectura -pero intensa- para su obra breve" (breve como su vida -murió a los 41 años-). "No regaña a sus lectores, los compensa sin concesiones". Tiene, además, la buena costumbre de "no dar respuestas, sino que se ríe, por escrito, de sí mismo, y así se escapa del día inmóvil de la verdad absoluta".