EFE
WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quiere aprovechar su segunda Cumbre de las Américas para mejorar la relación comercial y de seguridad con los otros países del continente e intentar dejar en segundo plano la controversia sobre Cuba y las críticas a su falta de atención a la región.

Estados Unidos pretende enfocar la cumbre en cómo expandir su relación comercial con América Latina, una región en alza económica y con un "enorme potencial" en ese ámbito, según ha declarado la Casa Blanca.

También espera establecer alianzas energéticas con el continente y que la seguridad ciudadana sea uno de los temas dominantes del encuentro de jefes de Estado y de Gobierno, que tendrá lugar en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias los días 14 y 15 de abril.

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Será la segunda Cumbre de las Américas en la que participe Obama, que estuvo en la de Trinidad y Tobago en el 2009, apenas tres meses después de llegar a la Casa Blanca, y prometió entonces impulsar una "renovada relación" con la región.

Estados Unidos trabaja como "socio" con países como Brasil, Chile, Colombia y México "más de lo que nunca lo hizo", una actitud que comenzó bajo el Gobierno de George W. Bush (2000-2008) y que ha "crecido" con Obama, comentó el director del programa para América del independiente Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), Stephen Johnson.

Además de la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago en el 2009, Obama visitó México en dos ocasiones ese año, realizó una gira latinoamericana en marzo del 2011 con paradas en Brasil, Chile y El Salvador, y ahora viajará a Colombia, donde al término de la cumbre tendrá una reunión bilateral con el presidente de ese país, Juan Manuel Santos.

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Lo que Obama podría hacer frente a los Gobiernos y analistas que consideran que no le da suficiente importancia a la región y que persiste en la actitud "paternalista" es "reunirse más a menudo con los jefes de Estado latinoamericanos", sugirió Johnson.

El problema es que "a veces, cuando Washington presta atención, a aquellos que la reciben no les gusta", agregó.

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Los desencuentros de EE.UU. con países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, unidos en su cruzada "contra el imperio", se remontan a la época de Bush y han continuado, con altibajos, durante la Administración actual.

En vísperas de la cumbre también se ha vuelto a complicar la relación con Argentina.

El Gobierno de Obama suspendió temporalmente los beneficios comerciales a Argentina debido al impago de las compensaciones por más de 300 millones de dólares fijadas por un tribunal arbitral para dos compañías estadounidenses que perdieron contratos en ese país.

Tres temas controversiales
Al margen de las disputas bilaterales, Johnson recuerda que hay tres temas que pueden "invitar a la controversia" en Cartagena: si Cuba debe formar parte de las Cumbres de las Américas, si el continente tiene que tomar partido en el conflicto entre Argentina y el Reino Unido por las Malvinas y si es necesario un debate sobre la legalización de las drogas.

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Obama tendrá que lidiar con el debate sobre la presencia de Cuba en las próximas Cumbres de las Américas, después de que no se llegara a un consenso para invitar a la de Cartagena a Raúl Castro.

El único Gobierno que ha manifestado abiertamente su rechazo a invitar a Cuba a Cartagena es el de EE.UU., que considera que ese país no cumple con el requisito democrático que los participantes en las Cumbres de las Américas establecieron en 2001.

La ausencia de Cuba ha llevado al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, a anunciar que no asistirá a la cumbre.

En cuanto al asunto de las Malvinas, Estados Unidos apoyó a los británicos en la guerra de 1982 contra Argentina, cuya reivindicación de soberanía sobre esas islas es respaldada por la mayoría de los países latinoamericanos.

Y sobre la revisión de la lucha contra el narcotráfico, uno de los flagelos del continente, se ha mostrado abierto a un diálogo en la cumbre, pero ha sido tajante al indicar que no apoyará ninguna propuesta que pase por la legalización de las drogas.

Una "franca discusión" sobre todos estos temas "sería reconfortante", pero "eso no sucederá", sostuvo Johnson.

"En vez de eso habrá presión para llegar a un acuerdo sobre una declaración de consenso que está lista en un 95%", concluyó.