Con casi dos horas de retraso, el presidente Rafael Correa arribó ayer al albergue de la escuela Cornelio Crespo Toral, donde lo esperaban los 187 damnificados del sector de Huizhil, de la parroquia Baños, afectados por un alud el martes pasado.

Este era uno de los primeros puntos de su recorrido por las zonas afectadas por deslaves e inundaciones. A su llegada, casi un centenar de vehículos oficiales y particulares lo esperaron en el aeropuerto, a las 14:00, y desde allí empezó al periplo por el sur de la ciudad.

Al bajarse del carro oficial en Huizhil y luego de ascender unos 100 metros, pidió explicaciones a los técnicos y autoridades locales que lo acompañaban en la visita.

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“¡Aquí no hay cunetas ni alcantarillado!”, le gritaron dos afectadas y el presidente les dijo que esa era responsabilidad de ellas mismas, por haber construido en zonas sin obras básicas. Lo mismo les manifestó luego a los damnificados que estaban en el albergue. A ellos les ofreció reubicarlos tras recorrer las instalaciones y felicitar a funcionarios del MIES “por estar organizados y reaccionar rápido ante la necesidad de la gente”.

Allí también cuestionó al alcalde cuencano Paúl Granda. “Te vamos a ayudar en la reubicación, pero dime quién permitió que se construya en estas zonas y sin permisos”, lo cuestionó. No obstante, él mismo lo justificó: “Ya sé que no fue en tu administración”.

Y de nuevo recriminó a los afectados: “Si no nos disciplinamos, van a seguir ocurriendo estas desgracias. No podemos ubicarnos sin permiso en zonas de riesgo”, sostuvo.

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Luego Correa se dirigió al sitio Barabón. En el sector San José, los afectados le pidieron ayuda para pagar deudas y el alcalde les dijo que hay un catastro para manejar cada caso en forma particular. A Rosario Criollo el mandatario le ofreció una nueva casa, ya que una roca destruyó la que el Miduvi le entregó hace cuatro años, luego de una creciente del río Yanuncay.

En San Juan, donde uno de los 40 deslizamientos más grandes destruyó una casa de dos pisos y dejó una persona muerta y otra herida, solo vio la situación de lejos, pese a que los afectados le gritaron que subiera. Como no los escuchó, le gritaron: “¡Aquí quedó mal parado, presidente!”.

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Luego pasó por San Joaquín, en donde una granizada causó estragos el martes pasado, destruyó casas, inundó sectores y dañó la vía hace cuatro años, y constató que las obras de mitigación aún no terminan.

Su recorrido siguió mientras lo esperaban los damnificados de El Salado. La caravana recorrió de extremo a extremo y se dirigió a la ciudadela Los Trigales, en donde desde hace una década 103 familias claman por ayuda y la mitad de las casas están colapsadas.

Aunque había un carpa inflable con el logotipo de la Alcaldía de Cuenca, equipos de amplificación instalados y unas 80 personas con banderas verdes, Correa les dijo: “Díganles a los periodistas que nadie los convocó”, en alusión a que sus detractores calificaron a su visita como campaña electoral. Esto, mientras militares y afectados escarbaban los escombros para salvar algunos enseres.