Con la extracción del petróleo se agredió gran parte de la tierra que permite la vida del planeta. Ahora se pretende en forma agresiva desarrollar la minería a gran escala, igual o peor destructora de la naturaleza. Nos sumamos a la protesta de sectores afectados.

Según la versión oficial, no se puede permanecer sobre una fuente de riqueza no utilizada, mientras que la situación social reclama atención a pesar de que el Gobierno tiene ingresos en cantidades nunca imaginadas, y de que se entregó tanto para: asistencialismo social, publicidad mediático-electoral, el aparato burocrático y bonos de pobreza. Si el problema radica en la forma de utilizarlos, ¿por qué no se usa todo el poder, agresividad, energía, recursos, inteligencia y la misma naturaleza para desarrollar a gran escala el turismo y la agricultura? No hay decisión política porque los intereses son otros, más importa mantener los niveles de poder porque se requiere dinero en efectivo inmediatamente, para entregarlo en bonos, subsidios, asistencia, publicidad, etcétera, que se convierten en votos. En cinco años se ha tergiversado una propuesta interesante de desarrollo social y económico, para caer en la más recargada experiencia partidocrática de sometimiento y entrega del país a una sola voluntad que no acepta razones ni contradicción. Sabemos que nadie ni nada es perfecto, que tampoco se puede satisfacer a todos, pero hay parámetros que permitirían diálogos y acuerdos dentro de objetivos de justicia social, equidad, derechos y responsabilidades que faciliten progreso económico y social en libertad; con regulaciones que impidan abusos, aseguren el respeto, la inversión y eliminen la informalidad porque todos tendrían oportunidad de trabajar, producir y tributar. Con la minería no se logrará desarrollo del sistema social porque se acabará pronto como el petróleo, pero lo es perfectamente posible con el turismo que aprovecha la naturaleza sin agredirla e incorporaría grandes cantidades de los hoy desocupados que pasarían a dirigir sus propios destinos; dejando la dependencia del asistencialismo generoso o demagógico. Sin embargo, vemos que se declaró al turismo como política de Estado, se dice que los recursos que genere reemplazarán a los del petróleo; pero en la práctica se hace lo contrario, desde su interior se mina la posibilidad cierta de convertir al Ecuador en un emporio de excelencia en turismo. Comprobamos que de una u otra forma se ejerce la minería para extraer minerales o para destruir el turismo desde adentro. Queremos respuestas fidedignas a estas interrogantes para conocer qué debemos hacer para dirigir el turismo hasta convertirlo en la actividad productiva más importante del Ecuador: ¿cuánto se invierte en turismo y cuánto en minería? ¿Cuáles son los planes en uno y otro caso a 15 años para la conversión de responsabilidades? ¿Cuáles son las evaluaciones periódicas que sustenten las estrategias? ¿Qué ajustes se han realizado a los planes? ¿Cuáles son los montos parciales que deben producirse? ¿Qué legislación se ha construido para garantizar resultados? ¿Cómo están controlando la informalidad? ¿Qué participación de la empresa privada hay en la planificación? ¿Qué índice de conocimiento y experiencia en producción turística hay en la burocracia y autoridades? ¿Cuándo nos convocan a reunión con el presidente, ministro de Turismo y empresarios turísticos de todas las provincias? El tiempo se acaba, ojalá nos escuchen.

Otón Arboleda Sánchez,
ingeniero, Salinas

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