Los habitantes de la cooperativa Voluntad de Dios, en el sector de Monte Sinaí, noroeste de la ciudad, conviven, desde la madrugada del sábado pasado, con el torrente de material pétreo que generó un deslave que derribó tres casas de caña.

Según vecinos, sus dueños las ocupaban ocasionalmente.

El montón de material lodoso alcanza los 40 centímetros de altura y tres metros de ancho; cubría ayer parte de los pilares y paredes de caña de cuatro casas. La escalera de madera en la vivienda de Diana Paladines se había inclinado con el peso de la tierra, pero ella junto con familiares se dio modos para enderezarla.

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Ahí temen que las lluvias arrastren más material y dañe sus estructuras de madera, que ocupan desde hace cinco años.

Durante el transcurso del sábado, personal de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) tomó datos y prometió que iban a recibir la ayuda gubernamental. Según Janeth Castillo, le plantearon la reubicación, pero desconoce si se haría en la misma zona.

En tanto, ella y otros vecinos reúnen documentación que corrobore que son habitantes de la zona. “Dijeron que mañana (hoy) van a venir”, dijo.

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Pero Ignacio Ortiz refirió que espera que llegue un tractor a desocupar el material pétreo, y que se ejecuten obras que garanticen su permanencia en el sitio. Él llegó hace meses al sector, luego de pagar arriendo en el centro de la ciudad.

Lo de la propuesta de reubicación no pudo ser confirmado. Teresa Menéndez, del área de Comunicaciones de la SNGR, dijo que se hallaba fuera de la ciudad y no disponía de algún número de contacto de algún funcionario local.

Inseguridad por la lluvias

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Mientras, los aguaceros que cayeron sobre Guayaquil, desde la noche del pasado viernes hasta la madrugada de ayer, también provocaron quejas de los conductores respecto a la seguridad de las vías.

Uno de ellos, quien prefirió la reserva de su identidad, denunció que la noche del pasado viernes, aproximadamente a las 22:00, un grupo de supuestos delincuentes aprovecharon la inundación provocada por la lluvia para asaltar a los vehículos que circulaban por la vía a Daule, a la altura del colegio Dolores Sucre. “Rompían los vidrios de los carros, porque circulaban muy lento por el agua que llegaba hasta la rodilla”, comentó el conductor, quien aseguró que fue testigo de varios robos en el sitio.