PATRICIA VILLARRUEL
MADRID.- Para el ecuatoriano Javier Castro la "pasividad de las autoridades ante el incremento de la inseguridad en el país" supone un argumento suficientemente válido para iniciar una huelga de hambre. El inmigrante nacido en Machala hace 30 años, once en España, lleva cinco días instalado en una banca enfrente de la Embajada de Ecuador en Madrid. Sin comer.
La indignación que sintió tras el asesinato de un amigo por seis disparos en su ciudad natal le empujó a trasladar su enfado y desolación a la calle. Luego, llegaron otras motivaciones. La lucha por la libertad de expresión, respaldar las marchas del movimiento indígena, solidarizarse con Jesús Vélez Loor, connacional que después de 51 días en huelga de hambre se encadenó en la puerta principal de la embajada de Panamá en La Paz para exigir a ese país que cumpla con el compromiso de pagarle por torturas sufridas en 2002.

El agotamiento por el paso de los días se advierte en la dificultad que tiene para ordenar las ideas. Le tiemblan los labios al hablar. Tirita pero no por las bajas temperaturas; sino por la debilidad. Dice que no pasa frío a la intemperie y hasta el clima parece haberse aliado con su causa (los termómetros han rebasado en estos días la barrera de los 20 grados). Este licenciado en Derecho y presidente de la asociación Divino Niño Jesús aún no ha requerido atención médica.

Las consignas que defiende se describen en cuatro carteles colgados en dos postes de la acera desde donde se puede contemplar la ventana del despacho de la embajadora Aminta Buenaño. Más de un transeúnte se detiene a leer los mensajes. Alguno pregunta. Otros caminan indiferentes. Sus amigos se encargan de llevarle ropa. Y acompañarle.

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Semanas atrás, el inmigrante residente en la ciudad de Guadalajara que se dedica a la gestión y reservas de hoteles se reunió con funcionarios de la representación diplomática para informarles de sus intenciones. Después gestionó los permisos correspondientes, ante la Delegación de Gobierno de Madrid y la Unidad de Seguridad Ciudadana.

Desde el domingo en que Castro inició su huelga de hambre ninguna autoridad ecuatoriana se había interesado por su situación. Hasta ayer. Felipe Vega de la Cuadra, mano derecha de Buenaño, se acercó hasta la improvisada morada del connacional. El inmigrante casado y padre de un niño sostiene que el ex ministro de Gobierno le pidió de malas maneras "que abandone la protesta, quite los carteles y no se manifieste en horas de oficina".

Consultado por este Diario, Vega de la Cuadra responde que simplemente le preguntó si su acción "es una huelga de hambre o un plantón". "Si es lo primero, no entiendo porque desaparece dos horas y luego regresa", añade. Castro explica que si abandona por unos minutos la banca en la que agota el tiempo leyendo los autos completos del ex juez Baltazar Garzón sobre los crímenes de la dictadura franquista es porque debe asearse en bares cercanos. "No hemos hecho nada para evitar su protesta pero una huelga de hambre es un recurso de dignidad profundo, no un juguete", concluye Vega de la Cuadra. El connacional asegura estar cumpliéndola a rajatabla. Solo bebe agua. Y seguirá así hasta el próximo jueves.