Afiebrado, con malestar del cuerpo, dolor de cabeza y congestión nasal, Álex Ochoa acudió, a las 08:00 del miércoles pasado, a emergencia del hospital del IESS, Teodoro Maldonado Carbo.

Se movilizó desde el Guasmo sur, donde vive, para obtener medicación y el certificado que le exigen en su trabajo para justificar la falta.

El joven de 30 años comenta que fue directo al hospital porque “no hay citas en los dispensarios. En el call center siempre me dicen que no hay cupo y cuando uno está enfermo necesita la atención inmediata”.

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Hace una pausa y se tapa la boca con un pañuelo para toser. “Me siento mal, anoche no pude dormir”, anota Ochoa, quien hace cinco días atrás tuvo que llevar a su esposa y dos hijos a un médico particular con los mismos síntomas. “No hubo cupo en los dispensarios y aquí estaba lleno, como ahora, por eso los llevé a una clínica”, señala el usuario con tique 300.

A las 11:00 y un guardia grita: “turno 220”. Desesperado y tapándose el rostro con sus manos, Ochoa espera una hora más para ser atendido en el Triaje. Así como Ochoa, 120 afiliados sentados y más de cincuenta parados o sentados en el piso, esperan más de cuatro horas para recibir atención.

La saturación del servicio se da por varias razones, entre ellas, el repunte de pacientes que llegan con enfermedades invernales que deberían ser tratadas en centros de atención primaria, señala Ramón Villacreses Peña, director de Medicina Crítica del hospital.

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Del promedio de 1.000 pacientes que se atienden a diario, el 80% acude con problemas respiratorios, el 8% con infecciones gastrointestinales y el 12% por otras enfermedades.

El funcionario agrega que de los 1.000 pacientes un 16% requiere quedarse en observación, lo cual sobrepasa su capacidad hospitalaria. “La ocupación de camas sobrepasa el 92% de la capacidad instalada (409 camas), lo que significa es que estamos llenos”, explica.

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Villacreses agrega que a diario se da un promedio de 60 altas y solo Consulta Externa genera esos ingresos. “La atención está colapsada por las atenciones ambulatorias, que no son urgencias verdaderas. Es muy difícil explicar a los pacientes que un dolor en el pecho o la sensación de ahogo no es una emergencia”, sostiene.

En los exteriores de las tres salas de Observación –donde se estabiliza a los pacientes que llegan por emergencia– permanecen los familiares acostados sobre cartones en el piso, unos sentados en las pocas butacas que hay y, otros de pie. Todos atentos por si el guardia los llama para darles información sobre el estado de sus parientes.

Deambulando por todo el hospital estaba Roberto Gómez, quien por más de 30 horas esperaba una cama para su papá, de 85 años, quien fue dado de alta en este hospital al día siguiente de haber sido intervenido quirúrgicamente en la clínica Sotomayor del hospital Luis Vernaza, el 17 de febrero.

“Allá (clínica) me dijeron que debía ser evaluado y permanecer hospitalizado mínimo por tres días, pero aquí no lo hicieron. Mi papá se complicó e ingresó nuevamente el 29 de febrero a Observación. Aún no lo pasan al primer piso (hematología) porque no hay camas”, cuenta Gómez. En la tarde del miércoles consiguió la cama.

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Indica que, además, tiene que comprar la mayoría de medicamentos para su padre como solución salina y sueros de Metronidazol y Omeprazol.

Detalles: Según la OMS
¿Qué es una emergencia?
Es aquella situación que pone en peligro inmediato la vida del paciente o la función de algún órgano, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se considera emergencia la pérdida de conocimiento, abundante pérdida de sangre o hemorragia, dificultad respiratoria prolongada, dolor intenso en la zona del pecho, convulsiones, asfixia por inmersión, caídas desde alturas y accidentes de tránsito.

¿Qué es una urgencia?
Es una situación de salud que se presenta repentinamente, pero sin riesgo de vida y se puede requerir asistencia médica dentro de un periodo de tiempo entre dos o tres horas.