Eduardo Xavier Arroyo se inspira por temporadas. Trabaja de acuerdo con su estado anímico. Hay semanas en que no sabe si es sábado, domingo o lunes. Igual está en lo suyo: pintando. Y aunque ha realizado 120 obras en un poco más de un año, dice que cuando sea grande, quiere ser un buen pintor.

Y, claro, eso de “grande” se refiere a su “talla de artista”, dice con modestia, porque en edad, ya se acerca a los 60 (nació en 1953), pero sigue con el entusiasmo de un adolescente. Y con esa ilusión está preparando una exposición que ocupará tres enormes salas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

La muestra se abrirá este jueves, a las 19:00, en las salas Eduardo Kingman, Oswaldo Guayasamín y Miguel de Santiago de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, y permanecerá hasta el 28 de enero, en Quito, aunque hay posibilidades de que también sea presentada en Guayaquil.

Publicidad

Se trata de una exposición de obra reciente. “No me gusta repetir mis trabajos”, señala al explicar que su última muestra fue realizada en las instalaciones de la Universidad Católica, en Quito, hace ya más de un año, con 140 obras.

Sobre su enorme producción, Arroyo afirma que “es lo que hago: soy pintor a tiempo completo”, aunque también explica que a veces se da una inspiración más fluida y además sucede que la producción depende de las técnicas, puesto que unas son más rápidas que otras, por ejemplo, una acuarela se puede realizar con mayor rapidez que un acrílico o un óleo; o una plumilla es más trabajosa que las ya mencionadas.

Para Marco Antonio Rodríguez, el presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, quien le ha invitado para que exponga su obra, el arte de Arroyo “va más allá de las apariencias, elude el estropicio o el sosiego del mundo, va a aquel silencio que le permite ver cada cosa –hasta la nervadura de la hoja o de una raíz–, como un lenguaje cifrado, cuyo alfabeto es indispensable desentrañar para recuperar esa ingenuidad original donde la naturaleza, la realidad, se abre ante nosotros...”.

Publicidad

La obra de Arroyo se distingue por sus colores vivos, que “están relacionados con el estado anímico. Imaginémonos ahora, por ejemplo, si miramos un arco iris que siempre es alegre; el color vivo tiene esa característica de la alegría”, afirma a pesar de que hay días en los que le gusta pintar en blanco y negro.

Y aunque tiene muchas obras en colecciones privadas en ciudades como Santiago de Chile, Zúrich, Washington, Miami, Cali, Arroyo prefiere exponer en las ciudades ecuatorianas; sus creaciones están en Quito, Guayaquil, Cuenca, por citar las ciudades con mayores registros de sus trabajos.

Publicidad

La exposición no tiene título y se guía fundamentalmente como Eduardo X. Arroyo, pero si hubiera necesidad de darle una denominación a la muestra le pondría “Amor, que es algo que la gente siente, pero de lo que no le gusta hablar mucho”, dice el artista.

Arroyo estudió en academias europeas y es considerado como poeta de la línea y del color según la crítica Inés Flores.