Vestidos, en la mayoría de los casos, con harapos y con su piel sucia hablan o extienden la mano pidiendo ayuda. Son niños, adolescentes, ancianos, personas con discapacidad y mujeres jóvenes con una hilera de infantes a su alrededor.

Y aunque las autoridades aseguran que se ha reducido drásticamente el número de ‘mendigos’ y para el 2013 aspiran a erradicarlos, se los ve en grupos o dispersos en carreteras, calles céntricas y áreas transitadas. Unos dicen que mendigan por necesidad, otros por “oficio” y otro grupo es utilizado para enriquecimiento de terceros.

Los que piden caridad permanente suelen estar en los lugares de siempre. Y los temporales, que aparecen en fechas festivas, como fin de año, han cambiado de sector. Ahora están en calles más adentradas o “barrios nuevos”, pues –aseguran– que los operativos de las autoridades contra la mendicidad los están “molestando por ratos” y los amenazan con llevarse a los niños a los albergues.

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Otros migran de los campos a las ciudades como Guayaquil, Quito y Cuenca. “Es que la platita de los cuyes y las papitas no alcanza para mis muchachitos (8 hijos). Y en estas fiestas (ellos) piden un juguetito o ropita, que no tenemos”, dice María Topailuinza, de 56 años, quien llegó a Guayaquil el 22 de diciembre para recibir “las pascuas” de los “buenos de corazón”.

No era la única. El pasado domingo más de 20 niños de la Sierra, en compañía de adultos, pedían ayuda o contribución a quienes pasaban por las iglesias céntricas, como la Catedral y San Francisco y por el parque Seminario. La situación se repitió el lunes y el martes, eran pocos los que pedían ayuda en ese sector. No así en otras áreas de Guayaquil, como evidenció este Diario en los recorridos por diferentes zonas que hizo desde el 23 hasta el 27 de diciembre.

Quienes piden caridad en las vías son calificados como mendigos en las campañas que impulsa el Gobierno (a cargo del MIES-NFA) que –afirma– son para combatir la mendicidad.

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“Hace cuatro años el panorama en las calles era desalentador” se escucha –tras una banda sonora de terror– en uno de los spots contra la mendicidad, en donde aparecen imágenes de niños pidiendo ayuda. “Pero eso quedó atrás porque con tu ayuda el MIES-INFA ha logrado sacar de la mendicidad a más de 8.000 personas...”, continúa el guión de la misma propaganda (que también está en la web dadignidad.gob.ec), que presenta enseguida a niños alegres y con uniformes escolares.

Las cifras de quienes han dejado la mendicidad varían para el MIES-INFA entre 8.000 y 8.700 personas a nivel nacional, de acuerdo a las declaraciones que emiten sus representantes en los medios de comunicación. Pero aún no hay un cálculo concreto de cuántos siguen en esta práctica permanente y de cuántos la dejaron porque los funcionarios del MIES-INFA aseguran que ha sido “difícil” establecer una línea base de la mendicidad, ya que es móvil.

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“Ya no se expresa la mendicidad a nivel de porcentajes sino a nivel de lugares concentradores, en donde ya no se la practica. Estamos trabajando y declarando a los principales espacios, en libres de la mendicidad temporal, y con una población identificada de la mendicidad permanente”, indica Gustavo Guerra, director del programa de Protección Especial del MIES-INFA.

Desde el 2007 que arrancó la campaña contra la mendicidad (ahí con el nombre de Rayuela Social, por un Ecuador sin Mendicidad) hasta octubre de este año, el MIES-INFA reporta a 17.373 casos de niños, adolescentes, adultos mayores y personas con discapacidad, involucrados en la mendicidad.

De estos, 14.569 son niños; 1.845, adultos mayores, y 959, personas con discapacidad. Según esas cifras, 8.200 personas que pedían ayuda desde el 2007 están en los programas continuos para abandonar la mendicidad y 3.931 ciudadanos se incorporaron en este año.

Pero no hay información sobre cuántos abandonaron la mendicidad por provincias ni porcentajes de atendidos en áreas como salud, educación, vivienda y otras ayudas (bonos), que el MIES-INFA gestiona como parte de las políticas sociales de este Gobierno.

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“Del año pasado no tenemos mucha información estadística... De lo que se intervino tenemos 12 personas albergadas en centros especializados”, manifiesta Dalia Palomeque, responsable del programa Protección Especial en Guayas, quien asegura que 676 personas se dedican a la mendicidad permanente en la provincia y 487 salieron solo por Navidad (temporales).

Los 676 casos permanentes, que analizaron en este año, viven en la pobreza extrema, dice Palomeque. A ellos se los empezará a ayudar en la raíz de sus problemas a partir de este mes, agrega la funcionaria.

Trabajadores del MIES-INFA responsabilizan de la persistencia de la mendicidad y de la trata de personas a la ciudadanía que da donaciones en las calles.

“Si la gente da dinero, ellos seguirán en la calle porque saben que habrá alguien quien les dé. Muchos de los que mendigan son personas que tienen todo. Tienen bono, servicios básicos, casa, educación gratuita, salud”, afirma Raquel González, directora del MIES-INFA Guayas, quien en cambio no considera como denigrante el hecho de dar donaciones, a través de agasajos, como hace la entidad.

Palomeque acota que tienen casos de personas rescatadas de las calles, a quienes los familiares las sacan de los albergues para obligarlas a mendigar.

Pero no todos están en esa situación. La mayoría de los habitantes de las comunas que se asientan a lo largo de la carretera Ambato-Guaranda afirma que su pobreza extrema los lleva a correr riesgos y a mendigar.

“Hasta ahora nadie nos ha brindado ni una funda de caramelos o algún juguete”, dice Josefina de 13 años, de la comunidad Pucará, parroquia Pilahuín, al suroccidente de Ambato.

En las comunas del límite entre Tungurahua y Bolívar, la agricultura y el pastoreo de borregos son sus fuentes principales de ingresos económicos, pero estas no son rentables por la falta de apoyo, aseveran sus habitantes, quienes también carecen de servicios básicos como alcantarillado y agua potable.

Otro problema es el escaso acceso a la educación, pues la mayoría solo termina la primaria, puesto que los colegios quedan distantes y las familias no tienen para costear el transporte, como le sucedió a Inés Masabanda, de 19 años, de la comunidad de Yauhuayata de Pilahuín.

“Aquí tenemos que tomar agua de la acequia que baja del Chimborazo y los guaguas se enferman, pero como no hay atención médica tenemos que irnos a Guaranda o Ambato”, señaló María Llanganate, de Río Colorado, en Guaranda.

En esta zona quienes piden caridad no están sentados en las vías todo el día, pues temen que se los lleven los operativos. Por eso cuando observan que quienes detienen sus vehículos no llevan caramelos u obsequios, corren y se esconden entre los pajonales. Ahí, muchos niegan estar pidiendo caridad, pero otros aseguran que lo hacen porque en la vía les regalan costales de arroz, de fideos y ropa en buen estado, a diferencia de lo que reciben del INFA, que son donaciones de la comunidad.

Ángel Naranjo, funcionario del MIES-INFA de Bolívar, que realiza patrullajes por Río Colorado, admite que los comuneros les dicen que la ropa que ellos les dan no sirve, y por eso la queman. Dice que una ocasión casi son “linchados” por impedir que las personas se ubiquen al filo de la vía para pedir caridad.

Nelsa Curbelo, directora de la organización Ser Paz y quien ha trabajado en proyectos de reinserción social, asegura que se deberían tomar ya medidas severas contra los adultos que utilizan a los niños para mendigar, pues cree que al pedir caridad con la excusa de la pobreza se acostumbra a las personas a que les den todo hecho.

Más datos: Zonas de mendicidad
Según información del MIES
Los mayores expulsores de la mendicidad son las provincias de la Sierra centro, como Bolívar (en donde hay más de 22 comunidades expulsoras de mendigos). En la Costa, aparece también Manabí. Y las ciudades que más reciben a quienes piden ayuda son: Guayaquil, Quito y Cuenca.

Presupuesto
La inversión en este año en el país fue de 1 millón 800 mil dólares para el área técnica, como abordaje y agasajos.

Campañas
Agasajos navideños en 16 provincias realizó el INFA en este mes. Ahí se entregó ropa, juguetes, víveres y caramelos que donó la comunidad.