Los sonidos celtas desvelaron a los rockeros de la capital azuaya la noche del viernes, en el concierto de despedida de la banda madrileña Mago de Oz.

Al ritmo de violín y flauta fusionados con guitarras eléctricas, bajo y batería, los integrantes del grupo contagiaron de energía a los miles de fanáticos que los verían, por última vez, en el pequeño escenario del coliseo Jefferson Pérez.

La expectativa fue grande, desde las 13:00 en los alrededores del coliseo se observaban personas, en su mayoría vestidas de negro, que iniciaban una larga espera para ver a sus músicos favoritos.

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“Hace seis años que los escucho y sus canciones me encantan, es el primer concierto al que vengo, por eso llegué temprano para conseguir un buen puesto, quiero estar lo más cerca posible de ellos”, dijo Carlos Brito, que llegó con amigos aproximadamente a las 13:30.

A medida que avanzaba la tarde, los seguidores del grupo se hacían presentes para abarrotar las calles y veredas, por lo que el tráfico vehicular fue desviado del sector a las 15:00.

Los puestos de comida se tomaron los parterres ubicados frente a la entrada principal, junto a estos, una mujer vestida con sombrero de cuero negro, botas de tacón alto, pantalón con lentejuelas negras y chaqueta de cuero esperaba su turno para ingresar al concierto.

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“Soy fanática desde que nací. Cuando viví en Europa asistí a varios conciertos, el primero fue en Francia en 1996. Para mí la música de Mago es increíble, no solo por los instrumentos sino por el mensaje de unión que traen, por eso de vez en cuando hago que mis hijas pequeñas los escuchen”, dijo Daysi Arnold.

Cerca de las 19:00 la fila inició su avance y en la entrada los controles de bebidas alcohólicas y objetos que puedan causar lesiones fueron estrictos. En el interior se observó que el escenario deportivo, con capacidad para 12.000 personas, tuvo un lleno del 70 por ciento.

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El abreboca del concierto lo pusieron el guayaquileño Luis Rueda seguido de la banda cuencana Bajo Sueños, que cantaron clásicos como Dama imaginaria y Nada de amor.

Con las luces apagadas, las ansias crecían entre el público que aclamaba a sus ídolos. De pronto Txus, el baterista y líder de la banda, saltó al escenario con una pequeña bandera del Ecuador en las manos, en seguida el inconfundible sonido del violín de Mohamed y la flauta de Josema dieron paso a la voz de José Andrea que interpretó Satania.

El vocalista fue el encargado de dar el saludo a la ciudad y recordó el concierto ofrecido en Ecuador el año pasado y agradeció al público por asistir a su presentación de despedida.

Con Akelarre, el escenario se tiñó de rojo para que José Andrea cante a dúo con Patricia Tapia, dueña de una voz impresionante y una fuerza escénica, quien deleitó a todos. El repertorio de la banda fue extenso, canciones como Jesús de Chamberí, Alma y Hasta que el cuerpo aguante, que causaron euforia.

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Los asistentes se llevaron una grata sorpresa cuando Txus hizo su aparición en el escenario para interpretar, junto a José Andrea, Rosa de los Vientos.

Vestido con un pantalón negro lleno de agujeros, camiseta negra y un pañuelo en la cabeza, el compositor animaba a los presentes que alzaron sus brazos y los movían de un lado a otro para ovacionar a la banda. Uno de los fanáticos, Andrés Espinoza, interrumpió sus saltos y gritos para comentar que junto a un grupo de amigos viajó desde Guayaquil para ver a los rockeros. “La música de Mago de Oz evoca otra época, otra vida, una vida de respeto y paz para todos”, agregó.

Antes de que el grupo interpretara Fiesta Pagana, la última canción de la noche, el vocalista José Andrea dio un mensaje de conservación y cuidado para el país: “Ecuador es un edén y su tierra una maravilla, por ello deben cuidarla”.

El espectáculo finalizó a la 01:00 y como un regalo a sus fans Txus lanzó sus palillos al público, que se peleó por alcanzar uno y guardarlo como “un tesoro”. Uno de los asistentes, Ronald Patiño, manifestó que el show no cumplió sus expectativas, pues al ser la última presentación de Mago de Oz “tuvo que ser especial”.

Sin embargo, esta opinión no fue compartida por Diana Medina. Para ella, los músicos dejaron todo en el escenario y fue uno de los “mejores regalos de Navidad que pudo tener”.