Visto desde arriba, el Ecuador parece un lugar pequeño. Un diminuto punto desde el aire no refleja la diversidad en gustos y tendencias de su gente. Los genios de nuestra televisión piensan conocernos mientras sobrevuelan nuestro territorio, analizando nuestros consumos desde una aeronave piloteada por Santiago Pérez.

La televisión se venda los ojos ante movimientos musicales existentes en nuestro país desde hace años. Por un lado, prácticamente se ha ignorado el movimiento underground del género musical metal.

Solo aparece esporádicamente en breves segmentos donde las menciones al diablo y Satanás aparecen regadas en una locución. La conocida tragedia en la discoteca Factory marcó uno de los pocos momentos en el que se entregó cobertura a este tipo de música.

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Desde hace diez años, aproximadamente, un fuerte movimiento de música alternativa en Ecuador ha logrado abrir un mercado que no parecía que existía. Un sinnúmero de bandas independientes ha grabado discos de corta y larga duración, producido videos, se ha presentado en escenarios internacionales y llena conciertos a nivel nacional.

Esto no tiene mención alguna en nuestra televisión.

Con la clara excepción del canal del Estado, encargado de transmitir el festival anual Quitofest y tener en su parrilla programas como ‘Unízono Clips’ (derivado del espacio de conciertos ‘Unízono’), otros medios televisivos mantienen bien puesta su venda, y piensan que solo existe Rocko y Blasty.

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Visto desde arriba, el Ecuador parece un lugar pequeño, al acercarnos a tierra, nos damos cuenta de que la música lo hace grande.