La ciudad, el país, Estados Unidos, el mundo se estremecieron un día como hoy, hace exactamente 15 años. La noche de aquel 22 de octubre de 1996, un avión norteamericano Boeing 707, de la compañía Million Air, con cerca de 85 mil litros de combustible, se estrelló en el barrio La Dolorosa, pleno centro de Manta, devastando 54 inmuebles en cuatro manzanas; matando a su vez a 32 personas, entre ellas una niña de 11 años, que aún no es identificada.

La aeronave rodó desde la calle Séptima hasta la Undécima, y plasmó las primeras escenas de muerte y destrucción. Dio origen a un incendio que devastó tres manzanas, que consumió la cincuentenaria iglesia La Dolorosa y, en ella, la vida del sacerdote José Gabriel León.

Así como el mundo vio en los atentados del 11 de septiembre del 2001 (ocurridos en EE.UU.), en Manta hubo quienes saltaron de edificaciones para escapar de las llamas. Una mamá lanzó por una ventana a su hijo de meses de nacido con el afán de salvarlo. Él vive, se llama Érick, en recordación al jugador norteamericano de básquet que pudo atraparlo en el aire.

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Quince años después de la tragedia, Érick no vive en el barrio La Dolorosa, ni siquiera en el país. Vinicio Sánchez, quien sí habita en el sitio y fue testigo del hecho, dice que el joven reside con familiares en EE.UU.

Fuera de esa anécdota, pocos quieren recordar el episodio.

Tampoco se sabe mucho de las familias que perdieron a sus seres queridos porque también se mudaron del barrio.

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Pero la tragedia marcó la historia de Manta. La ciudad, a través del Municipio, recibió más de $ 4 millones de indemnización de parte de la compañía aseguradora de Million Air. “El dinero fue invertido en obras”, dice Jorge Zambrano, exalcalde de Manta, cuya gestión recibió esos recursos. “Unos $ 2 millones se invirtieron en obras en 15 barrios”, afirma.

La Arquidiócesis de Manabí, el Cuerpo de Bomberos y otros organismos también recibieron compensaciones económicas; asimismo, unas 2.000 personas, incluido un número no determinado de individuos que no tuvo relación con el hecho.

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Guido Medranda, yerno de Mariana Delgado, ya fallecida, afirma que su suegra recibió una indemnización por la destrucción parcial de su casa, aunque dice desconocer el monto. Y relata que la mujer optó por irse del barrio “para olvidar”, por lo que le vendió la propiedad semidestruida.

Según él, Marcelino Pinargote, quien en la tragedia perdió a sus padres adoptivos, recibió una compensación de $ 1 millón. “Recuerdo que ese joven, que en su vida había visto tanto dinero junto, se volvió loco, despilfarró todo el billete”, expresa y agrega que este también se fue del barrio.

Las indemnizaciones llegaron de la aseguradora de Million Air, que cesó operaciones en el país tras la tragedia.

Hubo demandas. En una reciente revisión de juicios rezagados, jueces ecuatorianos estimaron que 3.000 juicios ordinarios instaurados en Manta se los califica “abandonados”.

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Carlos Delgado, delegado del Consejo Nacional de Transición en Manabí, comenta que algunos “no tienen razón de ser por la desidia de las partes”.

El caso que aún sigue abierto es el de la niña de 11 años que nadie identificó, cuyos restos fueron depositados en un nicho del cementerio de Manta.

En ese caso está pendiente la entrega de una indemnización de $ 250 mil a quien justifique ser familiar de la menor, determinó un Juzgado de la Corte del estado de Florida, EE.UU.

Francisco Velásquez, abogado de algunos de los reclamantes, comenta que esa indemnización se revertiría al gobierno norteamericano si hasta el 22 de octubre del 2021 (es decir 25 años después del accidente), nadie reclama ese dinero.

Agrega que ciertas demandas se cayeron “por insólitas”, como la de un grupo vinculado a la actividad hospitalaria que buscó una indemnización por el supuesto daño psicológico que les causó “ver tanta sangre”.

Mientras, de los escombros se erigió la nueva iglesia La Dolorosa, financiada con una indemnización de $ 1 millón, aunque su actual párroco, Giovanni Mera, con cuatro años de labor pastoral en el sitio, lamenta la poca presencia de feligreses.

Eso influye en la falta de recursos para pagar servicios básicos, como el servicio eléctrico, pues apenas se recogen $ 20 en las misas. “Ya que los cristianos no diezman, y dan en ofrenda muchas veces los últimos centavitos que tienen”, refiere.

Esta noche, hay un oficio religioso en recordación de la tragedia que impactó a Manta.