La plaza San Francisco –en pleno centro histórico de Quito– se convirtió ayer en el escenario de la primera movilización de los autodenominados Indignados en Ecuador.

La manifestación es parte de un movimiento global que se registra en alrededor de 700 ciudades de todo el mundo y que tiene siempre el mismo propósito: expresar abiertamente su indignación.

La convocatoria fue hecha por la agrupación internacional 15-O (de Octubre), a propósito de las masivas concentraciones de inconformes en España.

Publicidad

A San Francisco llegaron decenas de personas, quienes con carteles, pintura y tambores se tomaron la plaza para manifestar su descontento por temas tan diversos, que iban desde los problemas y contradicciones del sistema capitalista mundial, hasta la falta de empleo dentro del Ecuador.

Haizea Miguela es una ciudadana española del grupo Acampada Quito. Se dio cita ayer, dijo, porque considera que las personas tienen derecho a expresar cualquiera de las preocupaciones ciudadanas y luego debatir las propuestas de solución.

La española dice estar indignada por la mercantilización de la vida. Para Miguela, todas las opiniones han sido respetadas y bienvenidas al grupo.

Publicidad

Uno de los manifestantes era Enrique Romero, quien exhibió un cartel que decía “el capitalismo se derrumba. Desempleo, pobreza”.

Enrique es parte de la Unión de Desempleados del Ecuador, que según afirmó representa más del 60 % de la población. En el 2005, él fue un forajido, como se llamó a los opositores del régimen de Lucio Gutiérrez, pero ahora dice estar indignado porque se siente engañado por el actual Gobierno de la Revolución Ciudadana, que tomó el discurso de la izquierda, pero trabaja codo a codo “con los mismos de siempre, la partidocracia”.

Publicidad

Al sitio llegó también Alberto Acosta, expresidente de la Asamblea Constituyente de Montecristi. A él le indigna “el sistema mundial en el cual los seres humanos no son la prioridad. Le indigna cómo la banca mundial es salvada y no los ciudadanos; cómo se producen repuestos para autos y no alimentos para las personas”.

Acosta reconoció que existen muchas cosas que le indignan en el país: “Me indigna que tengamos un Gobierno autoritario, Un Gobierno que ha decidido destinar 400.000 hectáreas de la península para alimentar automóviles, me indigna”.

Durante la toma, hubo un par de indignados –como Jorge Álvarez Jácome– quienes rechazaron la presencia de Acosta: “No queremos más verdetes de la política”, dijeron.

Otros, en cambio reclamaron que no exista tolerancia para todas las posturas y que se peleen entre los propios indignados. También llegaron vendedores ambulantes que comercializaban una serie de productos para ganarse el sustento diario. Además, veían el evento pequeños lustrabotas, de entre 5 y 15 años de edad.

Publicidad

No ha cambiado nada en el país, decía Romero al ver la escena.