Leandro es delgado y tiene 10 años. Su cuerpo no tiene ninguna cicatriz que revele las punciones lumbares que los médicos le hicieron cuando apenas tenía cinco, para extraerle su médula ósea –tejido graso y blando que se encuentra dentro de los huesos– y trasplantársela a su hermano, Gustavo, a quien le diagnosticaron leucemia cuando tenía 6 años.

La donación de órganos, amparada la reforma a la Ley de Trasplante de Órganos y Tejidos que en su art. 1 promueve la actividad trasplantológica en el país, permite que historias como las de Gustavo se hagan realidad, lo que favorece a otros factores, como el fortalecimiento de los lazos familiares.

“Siento que estamos más unidos, que nos parecemos más por dentro que por fuera”, dice Leandro mientras abraza a su hermano y observan las fotos de cuando viajaron a España, donde se realizó el proceso a través de una fundación.

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Sus padres, Gustavo y Rosita, recuerdan que la decisión para hacer la donación la tomaron en familia. “Todos nos hicimos las pruebas de compatibilidad y sabíamos que el que saliera positivo tenía que donar. Nuestro objetivo era salvar la vida de nuestro hijo”, señala Gustavo.

Los resultados de los exámenes revelaron que Leandro era 100% compatible mientras que su hermano menor, Joseph, que en ese entonces tenía 3 años, solo era el 80%. “Creemos que fue una suerte que Leandro haya sido el que coincidió porque de los dos es el que tiene carácter más fuerte y tenía mayor empatía con su ñaño”, agrega.

Gracias al trasplante, Gustavo ya no recibe las quimioterapias, cumplió 12 años en agosto pasado y cursa octavo año de básica en la escuela Fe y Alegría.

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A sus 10 años, Leandro asegura que volvería a ser donante para sus padres o hermanos en el caso de que necesiten algún órgano, aunque por ahora, dice, no donaría a extraños.

“Fue una desgracia con felicidad. Nos dio la oportunidad de ser más humanos, de ver las cosas desde otro punto de vista”, opina el padre, quien agradece a Dios y a los doctores que su familia siga junta y completa.

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En el caso de la familia Lucero Córdova, la suerte no fue la misma pero sí el sentimiento de ayudar a los demás.

Cynthia, hija de Enrique y Martha, cuando tenía 28 años, sufrió una hiponatremia encefalopática (hinchazón del cerebro por bajos niveles de sodio) cuando corría en la maratón de Boston, en el 2002.

Su cerebro quedó incapacitado, pero sus órganos aún funcionaban y podían ser entregados a otras personas conforme había sido su voluntad.

“Cuando mi hija terminó de estudiar psicología en la Universidad Católica (Santiago de Guayaquil) se fue a hacer el doctorado a Boston y lo primero que hizo al llegar allá fue registrarse como donante”, cuenta su madre, quien con ojos llenos de lágrimas recuerda lo difícil que fue aceptar la decisión que había tomado Cynthia.

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“A pesar del dolor hicimos cumplir sus deseos”, cuenta, y señala que fueron ocho mujeres y un hombre los beneficiados por los pulmones, el corazón, el páncreas, entre otros órganos.

Con dos de ellas aún mantiene contacto, debido a que el Banco de órganos de Estados Unidos, les permitió conocerse porque ambas partes estaban de acuerdo, agrega.

Marissa, quien no podía caminar antes de recibir el corazón, cuando tenía 15 años, actualmente acude a la universidad y organiza charlas y maratones en honor a Cynthia, para promover la donación.

“Es algo maravilloso haber donado porque siento que mi hija no ha muerto en vano sino que sigue viviendo en otras personas. Es algo importantísimo y lo que me ha dado vida para seguir adelante”, dice Martha.

Para agradecer por esa voluntad de ayuda y por conmemorarse hoy el Día Mundial del Donante, el Organismo Nacional de Trasplante de Órganos y Tejidos (Ontot) realiza a las 16:30 de hoy una acto en el museo Presley Norton, ubicado en la av. 9 de Octubre y Carchi.

Al evento se han invitado a 31 pacientes trasplantados y se entregará una placa en homenaje a las familias que autorizaron o participaron en las donaciones; sin embargo, ellos no fueron invitados ya que el proceso debe ser anónimo, explica la coordinadora regional de la entidad, Shirley Álvarez Sánchez.

Con la reforma a la ley, vigente desde marzo de este año, todos los ecuatorianos son donantes a excepción de que asienten lo contrario en el Registro Civil, entidad que hasta marzo del 2012 deberá definir el sistema para almacenar la información y compartirla con Ontot. Además la Presidencia de la República aún aprueba el reglamento de la ley.