Dicen que no es apta para la lucha: es más sólida que una roca. Menos egoísta que el macho, puede privarse de todo para darlo a sus hijos. Alcanza una perseverancia de la que es incapaz el hombre. Es más resistente al sufrimiento, capaz de una mayor entrega. No necesita ser feminista para ser mujer a parte entera, puede quedarse al pie de una cuna en un hospital cualquiera: no se llama eso sumisión sino pasión maternal. Unos dicen que no debe cumplir oficios de hombre pero trabaja más que él. Tiene dos profesiones: la suya propia y la de ama de casa. Se inquieta si, de madrugada, solloza un hijo (el esposo se molesta). Se levanta, prepara el desayuno, manda a los hijos a la escuela o los lleva ella misma. Arrulla, acaricia, cocina, sana heridas, cumple con su horario en la oficina, está por todas partes. No imagino a un hombre embarazado.

No le perdonan una mirada coqueta, mientras que el hombre “vacila” a como dé lugar. Es tierna o violenta, apacible o rebelde. La nave depende del viento, de la brisa favorable, la tormenta inmerecida. El hombre prescinde del “te amo”. Ella lo dice con el alma, espera reciprocidad.

Paga mensualmente su tributo a la vida, se vuelve entonces frágil, vulnerable. Sumisa hasta la humillación, frecuentemente maltratada, ofendida de palabra, se crece de repente, surge, despierta, se vuelve Manuela Sáenz, Juana de Arco, Madre Teresa, Golda Meir, Margaret Tatcher, Isabel Allende, Frida Kahlo, María Callas, Indira Gandhi, Evita Perón, Edith Piaf, María Curie, ejecutiva de una empresa, administradora de prestigio, dueña de su nido. Si se enamora de una tarea, la convierte en obra de arte; mas si llega el momento del desconcierto, se mira en el espejo, se retoca el maquillaje, sale de nuevo al campo de batalla donde los hombres ocupan mejores puestos. Que sea prostituta o hermana de la caridad hay lugar en su corazón para los seres a quienes protege.

San Juan Crisóstomo la consideró como “un mal necesario, una tentación nefasta, una peste pintada”. Tertuliano dijo que el cuerpo de la mujer era la puerta del infierno” (¡pues me parece divino aquel infierno!). Tomás de Aquino: “La mujer tiene menos dignidad que el hombre”. El papa Pío XI en su encíclica Divini Illius Magistri sentenció: “Nada de igualdad entre sexo. Nada de coeducación”. Vapuleada durante siglos, libra su propia batalla. Por ello la respeto, la amo, me alegro de tener hijas, nietas. El Creador la hizo aerodinámica, mezcla de ángel y Boeing 737, con una cabellera muchas veces evocadora del Cantar de los Cantares, Venus de Botticelli, regordeta de Rubens o de Botero, ensueño de ojos azules para Modigliani, vaporosa de Monet o Renoir, rostros múltiples según Picasso, desafía el arte, crea sus propias metas. “Sin la mujer, la vida es pura prosa”, dijo Ernesto Sábato. Entiendo el orgullo gay, tengo amigos, amigas homosexuales entrañables, pero considero que es maravilloso del mismo modo poder hablar de nuestro orgullo heterosexual sin parecer anticuado. El respeto mutuo es ley de vida que permite la coexistencia.