La gastronomía guayaquileña incluye una infinidad de platos que –según sus creadores– tienen dos ingredientes que los hace únicos “la sazón y el amor con el que se los prepara”.

Desde el infaltable encebollado, degustado en especial en las madrugadas porteñas, hasta el típico arroz con menestra o moro con carne asada, Guayaquil posee innumerables ‘huequitos’ o pequeños locales donde el visitante puede elegir el precio y sabor de su plato.

En el suburbio. En la 30 entre Vacas Galindo y El Oro, Luz María Ramos, de 64 años, prepara y vende lo que su clienta María Valverde, de 66, define como ‘el mejor caldo de manguera’ (nombrado así en honor a los bomberos), también conocido como caldo de salchicha.

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Este negocio lo inició Margarita Pinto, madre de Ramos, hace 30 años, en Lorenzo de Garaycoa y 10 de Agosto.

“Desde joven yo le ayudaba”, recuerda ella, luego agrega que sus clientes “siempre piden doble presa”. El secreto del sabor de este plato, comenta, es su sazón, la que incluye un refrito elaborado a base de especias como albahaca, orégano, perejil, hierbabuena y otras.

Quienes deseen degustar este plato pueden hacerlo de lunes a domingo, de 09:00 a 13:30.

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En Colombia 533 y Ambato (centro-sur), el encebollado de la Picantería D’Anilo es uno de los más solicitados por los comensales, al igual que el de la Picantería de Germán, en Urdaneta y Rumichaca.

En este último el plato cuesta $ 2. Víctor Ortiz, de 66 años, se dedica a su preparación desde hace cuatro décadas, e indica que el secreto de su éxito es que ‘se cocina como en casa’.

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Con él coinciden los comensales sentados en una de sus pequeñas mesas, instaladas dentro de un estrecho comedor. “Vengo desde hace unos 12 o 13 años, confío en ellos, no usan demasiados condimentos, es muy natural y además te ponen calamar y camarón”, expresa Xavier Bohórquez, de 38 años.

La guatita no puede faltar. Una de las más reconocidas por su sabor es la que ofrece hace casi medio siglo el restaurante La Guatita, en Luque y Pedro Moncayo. Su administrador, Fernando Campos, de 58 años, afirma que muchos de sus clientes, entre ellos el expresidente Abdalá Bucaram, aseguran que esta preparación es una versión ‘gourmet’, por lo delicioso de su sabor.

“La guatita que vendemos aquí es diferente, le ponemos pan, leche, apanadura y el mondongo es triturado en un molino de carne”, asevera Campos, a la vez que sostiene que elaboran un refrito ‘especial’.

A diario, en este local, se venden cerca de 200 guatitas.

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A más de estos platos típicos, Guayaquil tiene bebidas como la resbaladera que se elabora a base de chicha de arroz.

En 6 de Marzo 2316 y Gómez Rendón se encuentra el pequeño local La chicha resbaladera, de Rosita Armendaño.

Ella comenta que su negocio lleva como leyenda ‘El sabor que sobrevive’, para mantener una tradición guayaquileña, pues, según Armendaño, esta era una bebida que no faltaba en las tardes guayaquileñas y que hoy está a punto de desaparecer porque ‘no se la prepara con los verdaderos ingredientes’, indica Rosita.

“Hay que dejar remojando el arrocito de un día para otro, lo mismo la cebada, el resto es creatividad, Dios le ilumina, el sabor depende del amor con el que se cocina”, dice.

En el norte, los asados con menestra o moros son uno de los platos más apetecidos. En La Lomita, en Bellavista, Amparito Mejía los prepara desde hace nueve años. “Empezamos dos días a la semana, luego extendimos horarios”, dice Amparito. Aquí el arroz con menestra y carne asada (pollo o chuleta) vale $ 3,50.

El caldo de bagre y las corvinas asadas son otras de las exquisiteces que los guayaquileños siguen degustando en Nutrientes del mar, de la manabita María Peñafiel, en Portete entre Ambato y 6 de Marzo. “Tenemos precios desde $ 1 el pescado asado más verde y un café; a $ 4 los que son más grandes con moro”, menciona María.

En Los Arbolitos, en Letamendi y Lorenzo de Garaycoa, también se puede degustar la bandera, mezcla de cazuela, cebiche de camarón, encebollado y guatita. Aquí también se elabora el seco de chivo.