Por Francis Pisani
.- Nuevo concepto aún poco conocido, la curaduría de contenido es un hito en la comprensión de la web participativa, que abre puertas a nuevas formas de periodismo y creación digitales.

En español -como en inglés- un curador es quien selecciona una obra y la pone en escena en un museo o galería.

En el plano digital consiste en elegir y presentar elementos informativos. Nuestra curaduría filtra el tsunami que a diario nos anega y facilita la interpretación de un material tan abundante como complejo.

Publicidad

El más nimio acontecimiento desata un mar de notas, artículos, fotos, videos, foros de discusión y adaptaciones. que a cualquiera abruma. La organización del flujo resulta imprescindible.

El curador es el editor que elige no solo artículos, sino los tweets, fragmentos, fotografías o videos de mayor sentido. Un papel que cualquiera puede ejecutar, no nada más los periodistas. La curaduría puede recurrir a los algoritmos, a la web semántica y a la inteligencia artificial para ofrecernos un contenido susceptible de cautivarnos más, pero resulta mucho mejor cuando se beneficia de la capacidad de discernimiento humana.

Eli Pariser, autor de La burbuja de los filtros (Filter Bubble), subraya la supremacía del hombre (todavía) sobre las computadoras: porque anticipa, arriesga, tiene visión de conjunto, aprecia el valor de las cosas independientemente del tráfico que suscitan (Ulises, de James Joyce, frente a los lol cats en Youtube).

Publicidad

Todo ello inscrito en la eterna tensión sobre la cual se construye el avance de las tecnologías digitales, que opone el "todo computadoras" a la noción de capacidades humanas "aumentadas".

La curaduría ya tiene su libro: Curation Nation, How to Win in a World Where Consumers are Creators (Nación de curadores. Cómo ganar en un mundo donde los consumidores son creadores), de Steven Rosenbaum.

Publicidad

Está bien documentado. Destaca, por ejemplo, que la curaduría se halla en el corazón de éxitos recientes como el Huffington Post, que ya le pisa los talones al New York Times.

Tiende, sin embargo a caer en un entusiasmo tecnófilo excesivo al abundar sobre la pretendida existencia de una "clase de curadores" o de los "milagros de la curaduría".

A ojos de Rosenbaum todo se vuelve curaduría.

Las comunidades sirven para curar contenido. Hasta las empresas, o mejor dicho las marcas "the brands", han de transformarse en medios y, por lo tanto, en espacio de "curaduría" de sus propios clientes gracias al contenido que juntos publican y presentan en la web.

Publicidad

Curar contenido es "de cierta manera" compartirlo. Nos gusta quien lo hace en voz propia, quien revela su propia "estrategia de contenido".

Compartir es la base de la participación, y el gesto implica una suerte de creación al modo del collage o del arte posmoderno.

El curador no es un vampiro por la sencilla razón de que en la capa digital (a diferencia de la física), compartir no implica quitar nada a nadie.

El éxito del concepto en el mundo digital procede de dos dimensiones de la web: la posibilidad de enlazar fragmentos de información y la facultad de copiar ad infinítum sin alterar el original.

Para el periodismo representa una función adicional, más humilde pero no menos útil que el tan anhelado destierro de los "scoops".

LINKS
Artículo de Eli Pariser:
blogs.hbr.org

Curation Nation:
curationnation.org