“¡Matrículas abiertas, aproveche la oportunidad de estudiar en la sección nocturna, aceptamos alumnos de todas las edades!”, vocea José Mendieta con un megáfono conectado a la batería de un carro conducido por William Hernández.

Son cerca de las 20:00 del pasado 16 de marzo y los maestros Mendieta y Hernández recorren las calles aledañas de la escuela fiscal nocturna América Chiquito Parrales, ubicada en la B y la 42 (suburbio), en busca de nuevos estudiantes.

La Chiquito Parrales funciona desde el 2005 en el mismo local de la escuela fiscal Carlos Armando Romero Rodas. Hasta allí llegó María Alache con su hija de 6 años y su sobrina de 12 para informarse sobre los requisitos que deben reunir para matricularse en este año lectivo que se iniciará el 4 de abril.

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“Yo pasé a sexto grado (séptimo de educación básica). Sí quiero estudiar porque a veces no le puedo enseñar los deberes a mi hija, yo no sé, y tengo que preguntar a otras personas y me da vergüenza”, dice Alache, quien abandonó los estudios primarios hace once años.

Una misma oportunidad de estudio desea Iván Chávez López, de 16 años. A él lo apoyan económicamente los esposos Armando Robalino y Yolanda Yánez, quienes acuden al mismo templo evangélico al que asiste el adolescente.

“Quiero terminar la escuela y el colegio. Quiero ser un muchacho bien preparado, me gusta la mecánica, eso quiero seguir”, dice Chávez.

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Jorge Rodríguez, profesor de la escuela América Chiquito, destaca que de los 98 matriculados el año pasado solo 20 desertaron. El resto aprobó.

Rodríguez, presidente encargado de la Unión Nacional de Educadores Nocturnos del Guayas (UEN), defiende la existencia de las escuelas nocturnas que, según indicó, corren el riesgo de desaparecer.

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El dirigente reconoce que hay planteles primarios que no tienen demanda de alumnos, por lo que han propuesto a las autoridades de Educación un plan de reestructuración y de reubicación de al menos unos cuatro planteles ubicados en el centro y el Guasmo.

En Guayas hay 26 escuelas fiscales y 98 docentes con ese horario.

“Algunos son empleados públicos, guardianes de seguridad privada, otros vienen porque quieren aprender a leer la Biblia”, comenta Petra Almeida, una de los cuatro docentes de la América Chiquito Parrales al referirse a la educación nocturna como una opción para quienes trabajan durante el día.

César Navas, profesor de la escuela fiscal Eduardo Castro Ortega, en la coop. Primero de Septiembre, de Las Malvinas, comenta que los alumnos del plantel se inscriben hasta dos semanas después de iniciado el año lectivo.

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“Para el periodo de matriculación quienes llegan son los chicos nuevos que por primera vez quieren registrarse para estudiar”, explica.

Alfabetización
Navas considera que el programa de alfabetización que cumplen los alumnos de segundo año de bachillerato ha mermado estudiantes en las instituciones nocturnas.

“Vienen los colegios particulares de renombre y les dan canastas, dinero, comida. Entonces ellos prefieren ir un sábado al programa de alfabetización, que además les da el certificado de terminación de primaria en un año, a venirse a las escuelas nocturnas donde tenemos educación regular”, refiere.

Este año los docentes de las jornadas matutina, vespertina y nocturna deberán cumplir una jornada de ocho horas diarias, es decir 40 horas a la semana (30 de clases y 10 de planificación y atención a los padres de familia).

La jornada para los docentes nocturnos será de lunes a viernes de 16:00 a 22:45 y los sábados de 13:00 a 19:00.

Luis Mayancela, fundador de la escuela Eduardo Castro, de la cooperativa Primero de Septiembre de las Malvinas, afirma que ese horario no podría prolongarse porque en la zona, considerada peligrosa, no hay las garantías para los docentes. “Todos los compañeros han sido asaltados. Por eso entramos a las 18:30 hasta las 21:00, no podemos más”, señala.

Navas dice que las principales carencias que tienen son la ausencia de auxiliares de servicio y falta de luminarias en ciertos sectores que contribuyen a la inseguridad. Ese es el caso de la escuela Humberto Freire Naranjo, de la cooperativa Nueva Granada, del Guasmo central.

En este plantel, que cuenta con tres docentes, las clases son de 19:00 a 21:45. El director, Juan Herrera, señala que la jornada no puede extenderse por la falta de seguridad.

De ahí que hizo un llamado para que la Policía haga patrullajes en este y otros sectores.