Fiorella Granizo ingresó a las 04:30 del 25 de enero al hospital Gustavo Domínguez, en Quito. Tenía siete meses de embarazo y alumbró por parto normal. Le indicaron que la niña debía permanecer en el hospital al menos un mes para recuperar la salud y ganar peso. A los tres o cuatro días le quitaron el oxígeno porque ya podía respirar sola, pero la alimentaban por sonda. A los ocho días de nacida dejaron de alimentarla de esta manera, según le indicaron, porque había ingresado una bacteria a su estómago.

“Nunca nos dijeron el nombre de la bacteria”, comentan sus familiares. En la madrugada del 10 de febrero les dijeron que a la bebé le había subido la glucosa y a las 11:00 les anunciaron su muerte.

Adrián Granizo, tío de la niña fallecida, comenta que su hermana le aseguró haber visto hormigas cerca de la bebé y un par de ocasiones se dio cuenta de que la leche que había dejado para su hija, temprano en la mañana, estaba intacta al final del día.